miércoles, 12 de marzo de 2014

Él.

Necesito ayuda, por favor, necesito sacarme esta enfermedad de encima.
El muy maldito sigue allí, como si nada, mientras yo estoy en mi habitación escribiendo esto. No voy a mentir, tengo muchas ganas de ir y estar allí con él, pero no puedo, ya no puedo, debo parar, todo esto debe parar.
Siempre estuvo allí, desde que tengo memoria estuvo allí, solamente haciendo que todos se vuelvan completamente enfermos, esclavos de él.
Ya no quiero estar allí con él. Ahora me confunde, no sé si puedo creerle o no, un día me dice una cosa, y al otro me dice todo lo contrario.
Todo esto me esta volviendo completamente loco.
Pensé en la posibilidad de irme bien lejos, y olvidarme de él, pero no puedo, debo consumirlo. Es un placer, es lo que llega a completarme. Cuando vuelvo cansado del trabajo, él es lo único que puede sacarme una sonrisa.
¿Para que voy a salir a las calles? ¡Vamos, solamente para trabajar!, luego esta él para contarme absolutamente todo.
Lo que más me cuesta, es ver que absolutamente toda mi familia es adicta a él, que todos nos consumimos, nos encerramos en la casa y nos ponemos a su alrededor para consumir todo de él.
La vieja biblioteca de la casa, parece estar hace tiempo sin usarse, el polvo lo delata. Pero no importa, los estúpidos libros son cosas del pasado, ya no sirven. A nadie le interesa consumir un maldito libro en estos tiempos. Él no permite eso, no.
Somos esclavos de sus imágenes, de sus palabras, de sus decisiones divididas, de sus propagandas. Somos esclavos de un aparato.
Detrás de la puerta de mi habitación están todos en un estado zombi, sin cerebros, con los ojos puestos solo en él. Temo a que la punta del lápiz al posarse sobre el papel haga demasiado ruido y alguien se entere que estoy escribiendo esto y me llevan nuevamente hacia el living a estar allí con ese maldito que consume lentamente nuestras vidas.
Eh oído por ahí, que afuera las tardes son soleadas y que a veces las brisas son realmente hermosas, que se puede oler en el aire un olor único, el olor de la libertad, a los árboles y en invierno el olor de las hojas secas, que hay fuera una gran cantidad de sonidos que son bellísimos, como el cantar de los pájaros o el ruido de una bicicleta andando, conducida por uno de esos pocos que lograron salir de todo esto.
Siento que me enfermo cada día más estando cerca de él, siento que voy perdiendo la cordura muy de a poco.
Mi mochila esta lista, robe unos cuantos libros de la vieja biblioteca y algunas hojas para escribir o dibujar. La puerta se encuentra abierta, necesito salir a ver todas esas maravillas que me contaron, ya no puedo estar aquí encerrado, la puerta esta abierta.
Voy a hacerlo, puede que él este allí mirando que voy a salir, puede que me tiente ir y verlo, pero ya no quiero caer en eso, no otra vez.
Me iré de una vez por todas. Iré a ver si puedo ser una de esas personas que logran salir de esto.
Basta de encierro, basta de esto. Es hora de volver a ver el sol nuevamente.
No volveré a ser esclavo de aquel maldito televisor. No más.

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