jueves, 14 de mayo de 2015

El momento.

Fue un cerrar de ojos, y ahí estaba, empuñando un arma y apuntándole en la cabeza a aquella muchacha, jugando a ser Dios, diciéndole que podía quitarle la vida en un segundo sino hacia lo que yo decía. Estaba loco, "el momento", me gustaba decirle a eso que sentía.
Aunque no sé realmente, si eso era un sentimiento completamente correcto, es un gran misterio el saber que es lo correcto, ¿Misterio? Que palabra fuerte, ¿No? En fin, en estos momentos no se me ocurre otra palabra, la situación no es muy apropiada para pensar correctamente, la transpiracion recorre mi cuerpo y los nervios me hacen temblar, el arma no esta apuntando bien, pero el momento, ese pequeño momento me lleva a hacerlo.
Como les iba contando, es muy difícil saber si hacemos lo correcto, si realmente la vida que vivimos es la que nuestros instintos mandan. Desde pequeños nos enseñan que robar, matar o cosas por el estilo no deben hacerse, que está mal, y ahí esta la respuesta que estaba buscando. Nos aferramos a la moral, las represalias por ahora no importan, nos aferramos a eso que nos dicen y eso nos mantiene "al margen", pero es ahí cuando aparece el momento.
¡METETE AL AUTO Y CALLATE LA BOCA!, le grito a la muchacha mientras la empujo con fuerza, me meto al auto y cierro las puertas, me saco la capucha y la miro a los ojos con furia, enojado golpeo el frío metal del arma en su nuca dejándola inconsciente.
El momento creo que es algo que muchos sentimos, incluso hasta usted querido lector, puedo asegurarle que usted sintió el momento, y si no, puedo asegurarle que va a sentirlo algún día, ese momento que deseamos sacar aquella locura que sentimos, de adentro nuestro, ese momento que nos lleva a hacer las cosas que menos nos imaginamos, ese momento en el que nos convertimos en bestias con ganas de robar, matar, torturar, hacer las cosas mas terribles, sacar eso que la moral nos impide que seamos, sacar ese monstruo que realmente somos y que no mostramos a los demás.
Ya estábamos muy lejos para cuando ella despertó, ¡Plaf!, le di un golpe en la nariz por propia diversión mientras me reía y la sangre le goteaba, me gustaba su cara asustada, me gustaba su cara asustada con sangre.
Llegamos a un descampado, y crei que seria el lugar perfecto para terminar con todo, en los noticieros casi siempre los descampados eran lugares recurrentes para realizar un crimen, entonces decidí que si, alli seria. Me baje del auto, abrí la puerta del acompañante y la saque de los pelos, arrancándole algunos, se cayo al piso y le pateé la cara con fuerza, dejándola nuevamente inconsciente.
Pensé que debería ser el momento más lindo y confortable, así que abrí el baúl del auto y puse música desde el estéreo, y espere tranquilamente.
El momento, era perfecto. Todo, era perfecto.
Iba a hacerlo rápido, ya se estaba haciendo tarde y tenía que volver a casa, al fin y al cabo, ese diminuto momento era para sacarme aquella locura que llevaba encima, aquel impulso que sentí cuando me acerque y le puse el arma en la cabeza.
Cuando ella despertó, me miro a los ojos, yo la mire y me reí. Me agache y la acaricie, fue el momento. Cuando volví a levantarme, empuñe el arma y le apunte en medio de los ojos, sus ojos golpeados por mi, y sin pensarlo, ¡click!, el sonido del gatillo escuche.
Cuando abrí los ojos nuevamente, ahí estaba, en la esquina de casa esperando el colectivo para ir a trabajar, y delante mio estaba aquella linda muchacha, se ve que me quede colgado, y todo lo que paso, paso solo en mi mente.
Solo fue aquel pequeño momento de locura que me hizo imaginar y sacar lo peor de mi, aquel impulso, aquello que no nos animamos a hacer, por que no es lo correcto.