Jeff venia siguiéndome desde pequeño, al igual que a todos,
pero se presento delante mío a los trece años. ¿No conoces a Jeff?, es ese
asesino que vigila que te duermas temprano, antes que tus padres, que por
cierto, ellos decidieron llamar “Coco”.
Todavía recuerdo las palabras de mi madre “Marcos, vamos a
la cama, dale que viene el coco”, Nunca supe por que tenia que tenerle miedo a
esa cosa, lo único que sabia era que si no me dormía, “El coco me comería”.
Pero, ¿Sabes algo? Ese señor existe, no se llama Coco, se
llama Jeff, y no come niños, los mata.
Claro esta, que se de su existencia, por que lo dije al
comenzar este relato, el se apareció delante mío a los trece años de edad,
puedo decir que soy unos de los sobrevivientes de sus ataques, gracias a mi perro,
si, si, a mi perro.
Jeff, a pesar de ser un asesino, es una persona, como vos,
como yo, como todos, lo único que lo diferencia de los demás, es su cara.
El anda con zapatillas, un pantalón negro de vestir, y un
buzo celeste, además del celeste, tiene manchas rojas, sangre de niños.
Pero no voy a irme por las ramas, hablemos de su cara. Esta
es totalmente blanca, y esta quemada, un poco de cloro, hizo que su tez se
volviera blanquísima, vodka para acompañar, una pelea y un encendedor que lo
quemó, así sucedió. Cuenta la historia que Jeff amaba tanto su rostro quemado y
blanco que no podía dejar de verse en el espejo, pero sus ojos se cerraban a
causa del sueño, por esa razón tomo un cuchillo, y se corto los parpados de sus
ojos. Aparte de amar su rostro, amaba reírse viéndolo, pero su boca no le
dejaba reírse lo necesario, por eso con el cuchillo también se cortó sus mejillas,
que ahora forman una gran sonrisa en su rostro, al estilo “The Joker”, pero aún
mas escalofriante y enfermizo. Luego de que su cara quedase así y su mente
totalmente retorcida también, sus padres intentaron matarlo, pero el los mato
primero.
El se mira en el espejo a partir de las once de la noche,
admira su hermoso rostro y mata a quien se le interponga en el camino, ¿Por
qué? Por que esta loco, y como todo asesino, debe saciar sus ganar de matar, no
hay otra explicación, elige niños por que son los primeros que lo molestan.
Yo no lo molesté, solo hice demasiado ruido.
Eran las once de la noche de un viernes, me desperté de repente,
la ventana estaba abierta, era extraño, por que recuerdo que mi padre la había
cerrado cuando fui a la cama. Me levante y la cerré, acto seguido, me dirigí
hacia el baño, claro, para eso me levante, aparte de que entraba el frío por la
ventana.
Cuando llegué al baño, noté que la puerta estaba
entreabierta, en su interior la luz estaba encendida y parecía haber alguien
frente al espejo. Entré, con el más mínimo cuidado, fui abriendo la puerta,
pensando que quien estaba allí dentro era alguno de mis padres, con solo trece
años quería asustar a alguno de ellos. Cuando ESA persona que estaba frente al
espejo giro su mirada hacia mi, me di cuenta que no eran ninguno de mis padres,
su tez blanca, sus grandes ojos, su sonrisa que inspiraba miedo, su buzo celeste,
su pantalón negro, y su gran cuchillo, lleno de sangre. Era él.
¿Era él?, que digo, si para esa edad todavía no sabia ni su
nombre, pero sin dudas, ERA ÉL. Me miro fijamente con sus grandes ojos, que no
se cerraban, sin ninguna palabra y riéndose como un loco, levanto su cuchillo,
y empezó a caminar lentamente hacia mí. Tontamente empecé a dar pequeños pasos
hacia atrás, tropecé. En ese momento el se acerco rápidamente y riéndose cada
vez mas fuerte, una risa siniestra y aterradora, pero pude levantarme y correr
hacia las escaleras, tropecé de nuevo cayendo por estas. El dolor era terrible,
tenia solo trece años y caí muy fuertes por las escaleras, no podía levantarme,
mi cuerpo de niño no tenia fuerza, y Jeff estaba ahí, bajando las escaleras,
riéndose como un loco, desaforadamente, y con el cuchillo en sus manos, bajaba
lentamente, tenia que levantarme pero no podía, lo único que se ocurrió fue
gritar: “¡¡¡Procer!!!, ¡¡¡Procer!!!”.
Jeff se acercaba, se acercaba cada vez más, estaba enfrente
mío, levanto su cuchillo, y justo en ese momento apareció Procer, saltó y
mordió su brazo, aproveche ese momento y con mis pocas fuerzas, me levante,
corrí hasta la habitación de mis padres.
Abrí la puerta muy bruscamente, con eso solamente mis padres
se levantaron, grite, y grite “Esta
abajo, ¡Esta abajo con Procer y quiere matarme!, Me levante y el coco quiere
comerme”, mi padre bajo, pero cuando bajamos la puerta de entrada estaba
abierta, y no había nadie.
En la puerta, estaba tirado el cuerpo de Procer, muerto,
muerto estaba el perro que me salvo la vida. Después de horas de llanto volví a
la cama.
Desperté y ahí estaba, en mi habitación. Cuando abrí las
cortinas para que entrara la luz del sol, note que la pared estaba escrita con
sangre.
Hoy tengo 21 años y vivo solo, voy a dormir temprano cada
noche, para no cruzarme de nuevo con el loco de Jeff, pero jamás, jamás, voy a
olvidar su horrible rostro, su siniestra y aterradora risa, pero sobre todas
las cosas, jamás voy a olvidar la pared de mi cuarto escrita con la sangre de
Procer, que solo decía: “Lo único que tienes que hacer es ir a dormir…”.
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