domingo, 25 de noviembre de 2012

El reloj de plata.


Y estoy escribiendo esto, en una antigua maquina de escribir, por que ya sinceramente, no sé ni en que época estoy.
Pensaba que los viajes en el tiempo, serian una gran escapatoria a la rutina, pero no fue así, me equivoque.
La primera vez, fue rara. Pero me acuerdo que pude volver todo a la normalidad, cosa que con las demás veces, no sucedió. Apoye el pequeño reloj de plata en mi pecho, no recuerdo muy bien que pensé aquella primera vez, cerré mis ojos con fuerza, los volví a abrir y allí estaba. No noté ningún cambio, pero, ¿Qué hacia ese sandwich encima de la mesa?, se parecía al que comí hace unos dos días atrás, y exactamente yo volvería a buscarlo en unos minutos, me escondí, y ahí me vi, era yo, ¡Un yo del pasado!. Me acerque para hablarme a mi mismo, pero lamentablemente, el tiempo no me permitió hacerlo, quizás en otras historias si suceda, pero en esta no. A penas me acerque, el tiempo, por así decirlo, me pateo y me volvió al tiempo actual.
Estaba tan sorprendido, ¡Había vuelto al pasado!, dos días atrás, ¿Luego que vendría?, ¿Un mes atrás?, ¿Años?, pensar que ese pequeño reloj de plata que encontré en la desocupada casa de mi abuelo, el cual pensaba vender, por que este era de 1885 y pagarían bastante por el, podría hacerme viajar en el tiempo, me hacia pensar millones de cosas que haría con el, podría arreglar tantos errores y tener la vida que siempre quise tener, pero lamentablemente, no fue así.
Con el tiempo aprendí a usarlo, debía apoyarlo en mi pecho, pensar en la época a la cual quería viajar, imaginar un lugar apacible, cerrar los ojos y luego abrirlos. ¿Parece bastante simple verdad?, pues déjenme decirles, que no lo fue. Apoyar el reloj en mi pecho era fácil, pensar una época era fácil, cerrar los ojos y luego abrirlos también, pero, ¿Imaginar?, a veces es tan difícil. Aparte, si no imaginaba un lugar apacible, podría terminar en cualquier lado, como en aquella calle tan transitada de Londres, donde casi me pisa uno de esos grandes autobuses, ya saben, esos para los turistas. En fin, imaginar no es fácil, se me hacia bastante difícil viajar al futuro, lo hice muy pocas veces, tenia que imaginar todo como nuevo, como yo quisiera, y allí estaba, difícil.
Era más fácil viajar al pasado, lo único que debía hacer era no cruzarme conmigo mismo, por que si eso pasaba ¡PUM!, se acababa el viaje y terminaba otra vez en la actualidad. Muchas veces me confundía con la actualidad, era rara, había perdido la noción del tiempo, ni yo mismo sabia como era el tiempo actual.
En fin, mi objetivo no era más que el de cualquier persona que quisiera viajar al pasado, ya saben, arreglar un par de cositas para sacarle un poquitito de provecho a la vida.
Viaje tras viaje iba arreglando todos mis errores, pero desde que arregle aquel primer error, al año siguiente, a pesar de que la mayoría de las cosas salían bien, había nuevos errores, que claro, yo no conocía. Volvía para arreglarlos y me iba. La mayor parte del día, me la pasaba viajando hacia el pasado.
Año tras año, ahí me encontraba, arreglando errores de mi pasado. Pero luego sucedió lo que no me esperaba, en mi cabeza se mezclaron varias cosas y termine en el año 1835, jamás espere terminar aquí, primero busqué a mi otro yo para que el tiempo me llevara automáticamente hasta la actualidad, pero, ¿Que pasó?, ¡Todavía no había nacido!, entonces cerré los ojos para intentar volver, pero no pude, el reloj se desvaneció en mi mano como si nada, simplemente desapareció, el no se crearía hasta 1885, tendría que esperar 50 años para volver a usarlo.
Y aquí me ven, escribiendo esto, les juro que pensé que seria divertido ver como podía sacarle provecho a mi vida, pero me equivoque, lo único que he hecho en estos años es dar vueltas en el tiempo arreglando errores, y así jamás disfrute mi vida, nunca me di cuenta que los errores siempre van a aparecer y no queda más alternativa que seguir adelante con ellos y de ellos realmente se saca provecho, una enseñanza.
Si pudiese volver a mi tiempo actual, después de esto, no cambiaría absolutamente nada.
Ahora aquí estoy, soy un viajero, un viajero del reloj de plata, un viajero atrapado cincuenta años en el tiempo...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Consejeros musicales, mundos sin conocer.


Es todo un mundo sin conocer. Siempre que camino por las calles, veo a toda la gente llevando sus auriculares, y siempre en mi cabeza pasa la misma pregunta “¿Qué estarán escuchando?"
Dentro de ellos, sin dudas hay millones de melodías, cada quien tiene una melodía especial, esa melodía que por así decirlo, nos vuela la cabeza.
Vuelvo a repetir, cada persona, en ese sentido, es todo un mundo sin conocer. En sus auriculares, más bien en sus mp3’s, en sus celulares, o todo aparato que tenga música en su interior, existen esos consejeros, que valen mucho más que una terapia, esos que con solo escucharlos, pueden solucionar millones de problemas.
¿Quién no tiene esa canción que cuando esta deprimido suele subirle el animo hasta las nubes?, creo que todos tenemos al menos una, en mi caso es Piscis de Attaque 77, pero no va al tema. Todos tenemos esa canción que nos deja un mensaje, ojo, eso esta en cada uno, es obvio que cada quien va a escuchar la melodía de una forma distinta a la del otro, y sin dudas, va a interpretar la letra también de una forma mucho más distinta.
Las canciones son muchas veces, para algunos, la escapatoria a otro mundo, la escapatoria a su mundo. Estas nos hacen pensar, imaginar, reflexionar, nos hacen sentir de alguna manera, libres. En nuestro mundo.
Muchas veces, solemos identificarnos en las letras o en los ritmos de las canciones. Esto para mi sucede, por que a veces sentimos cosas que no podemos expresar, y encontramos refugio en ellas, ya que no podemos encontrarlo en las personas por que sentimos ese complejo de “No van a entenderme”, entonces nos introducimos en el mundo de la música, hasta que encontramos esa canción con la que decimos “Es lo mismo que me pasa a mi” y con solo escucharla, podemos estar mejor, por que sentimos que al menos alguien, por más que sea una simple canción, entiende lo que nos pasa. Justo en ese momento empezamos a buscar más canciones del artista, y vemos que en varias nos sentimos identificados, y además de eso, nos gusta ese tipo de música, es ahí cuando nos damos cuenta que ya tenemos un consejero definitivo que no nos va a abandonar por el momento y siempre podemos contar con él.
Todos tenemos ese consejero, para algunos es el Rock, para otros el Rap, para otros la Cumbia, el Reggaeton, el Reggae, en fin, no voy a nombrar a cada uno, me quedaría sin palabras. Eso se define con el tiempo, no es algo que aparece de un día al otro. Para encontrar un consejero musical, debemos abrir nuestra mente a todo el tipo de música que exista, hasta por fin poder encontrar ESA música que nos “ayude” con nuestros problemas.
Muchas veces la música, nos hace recordar, cosas buenas, o malas, ella nos saca a flote esas cosas que creíamos olvidadas, en algunos casos es bueno, en otros es malo. Nos metemos tanto en la historia de la canción, y decimos “Esto lo viví y no quería recordarlo” que lo único que esperamos es que los minutos que dure esta, pasen rápidos ya a la próxima canción a reproducir, otras veces decimos “Esto lo viví y sin dudas, lo extrañaba” que deseamos que los minutos de la canción no pasen más, sean eternos.
Nos hacen recordar, no solo temas personales, si no que también nos pueden hacer recordar problemas de una sociedad entera, donde absolutamente TODOS nos sentimos identificados. Por ejemplo, aquella inútil canción que nos hace recordar las cosas que pasaron en la Argentina hace ya varios años, y aun que pasen millones de años, esa canción nos lo va a recordar, por que como dice “Prevenir es curar y luchar el remedio”, no nos olvidemos de las cosas más importantes que marcaron nuestra vida. Para eso también están estas consejeras, siempre va a haber algo que nos harán recordar.
En fin, creo que ya es bastante por hoy.
Es todo un mundo vivir allí, dentro de una canción, pero es lo más relajante que nos puede pasar. No te prives de escuchar esa música que tanto te gusta, no te avergüences del consejero que elegiste, es tu mundo y así va a ser.
Voy a ver como todos usan sus auriculares en las calles y preguntarme una vez más “¿Qué estarán escuchando?”, para volver a pensar, que mundo se esconde detrás de ellos…

viernes, 16 de noviembre de 2012

Solo son tropezones.


En la vida existen tropezones, no caídas.
Algunos de estos, son más pequeños, otros más grandes, pero solo son tropezones. ¿Nunca escuchaste decir “Un tropezón no es caída”?, todos alguna vez hemos escuchado a alguien decir eso.
Los tropezones, también dependen de la persona que los viva. Vuelvo a repetir, las caídas no existen.
Las personas que suelen caerse en la vida, son las más débiles, las que piensan que todo es fácil, que todo va a ser como ellos quieren, y cuando se dan cuenta de que la vida no es así, ¡Plaf!, caída al piso. ¿Caída? Si, caída, ya lo dije, las personas que caen son los débiles. Aun que, ¿Quién no se cayó a lo largo de su vida al menos una vez?
Los valientes, son aquellos que están preparados para caer, una y otra vez, y aun así, siguen levantándose, sin ningún problema, para ellos, es solo un tropezón. Siguen enfrentándose a lo que les viene, pero los valientes, también sienten miedo, ¡Todos sentimos miedo!, pero solo los verdaderos valientes, pueden seguir sin ningún problema, los valientes enfrentan al miedo, y van siempre por más. Los valientes enfrentan a sus temores cara a cara.
Existen también, valientes que han caído, se cansan, se cansan de tratar de seguir, se cansan de intentarlo una vez más, entonces, pasan a ser valientes frustrados, quienes alguna vez pelearon por lo que querían, un día dejan todo y se quedan estancados en donde están, esta si es una caída, y no cualquier caída, la caída de un valiente es triste. ¡Pensar que una vez peleaste por lo que querías, fuiste valiente y caíste, caíste en lo peor!
Los débiles, que ya cayeron, pueden levantarse, pasar a ser valientes, ¿Pero cuantos?, ¿Solo un cuarto de ellos? Quizás, pero da por hecho, que ese cuarto de nuevos valientes, no van a volver a caer, van a tropezarse, pero jamás volverán a caer.
Los valientes frustrados, ya no pueden levantarse, es una maldita realidad. Se cansaron de seguir, y sin dudas en su cabeza ronda la pregunta de “¿Para que voy a seguir?” y ellos mismos se contestan con un “¡Ya no sirve!”. De esa manera, quedan tirados en el piso, cayeron.
Los valientes, son valientes, no temen, no temen a caer, por que saben que van a poder levantarse y demostrarle a la vida que todavía van a seguir adelante, pese a los obstáculos que esta le ponga y haga que se tropiecen.
¿Qué pasa por tu cabeza después contarte esto?, ¿Cómo te imaginas a un valiente?
No, un valiente no es aquel que tiene una armadura, o un escudo para defenderse de la vida.
Un valiente es aquel que va sin cubrirse, que resiste cada golpe, cada tropezón, su debilidad son las lágrimas, su escudo, son sus ganas de seguir, no llevan armas, solo su espíritu indomable.
Algunos valientes, pueden perder a otros valientes en el camino de su vida, pero no deben caer, deben seguir adelante, demostrando que su escudo es mas fuerte que su debilidad, al fin y al cabo, ese valiente que se fue, nos da muchas más ganas de seguir que cualquier cosa. Es de valientes, poder secarse las lágrimas y ver a la vida con una gran sonrisa.
Los valientes, no están manejados por nadie, son como ya dije, espíritus indomables.
Quien esta manejado por alguien, o peor, por un objeto, ¡No puede ser un valiente!
Ustedes deben estar pensando que quien escribe esto no es valiente, ¿No? Pues si lo soy, por que pese a lo que me pase, puedo levantarme cada día y ver a la vida con una sonrisa de oreja a oreja.
Me olvidaba de decirles, que los valientes, a pesar de ser espíritus indomables, somos valientes por que podemos ponernos en el lugar de otros y a veces, hasta asumir sus problemas.
Por eso les estoy contando como somos, pero sin dudas, no existen más valientes, que aquellos que pueden hacer de los débiles, más valientes, y de los valientes frustrados, sacarle a su nombre esa ultima palabra y volverlos a hacer seguir su camino.
Solo tropezones, no caídas, las caídas no existen, solo tropezones, unos más grandes que otros, pero solo son tropezones…

sábado, 10 de noviembre de 2012

El hombre del tapado en el andén.


Calzada ya no era lo que solía ser, perdió su hermosura cuando algo extraño entró en ella.
Recuerdo que todo comenzó el veintiuno de abril de 2015, era mi último año en la secundaria, faltaban meses para irnos de viaje de egresados. Ese día recuerdo haber salido a las dos de la tarde, los horarios de las escuelas privadas pueden ser bastantes pesados, pero ya estaba acostumbrado.
Veía a todos correr de un lado para el otro, con el pasar de las horas, las tiendas se iban vaciando por causa de los saqueos que existían, no entendía que pasaba. En mi barrio, todo iba igual, nadie corría de un lado al otro, capaz algún que otro perdido, pero no más que eso.
Cuando llegue a casa, escuche decir a papá que teníamos que irnos, que no faltaba mucho para que llegaran a la casa. Todavía sin entender nada, y por más que haya preguntado miles de veces, no respondían mi pregunta, seguía sin entender. Subimos al auto, mis padres y yo, mis hermanos habían salido ya de la ciudad. Fuimos por Avenida San Martín hasta 20 de Septiembre, después de eso llegaríamos a la estación de trenes.
En el poco trayecto que teníamos hasta allá, en otro par de horas, había calles cortadas, autos prendidos fuego, todo era un caos.
Una vez que llegamos, vimos una cantidad de gente, que jamás habíamos imaginado ver en la estación, todos querían tomar el tren, irse lejos.
No había trenes. Al recibir esta noticia, todas las personas que se encontraban ahí, reaccionaron violentamente, fue en ese instante que quede solo.
Desperté en el piso, mareado. Una vez más no entendía que pasaba. Sentía un gran dolor en la cabeza, tenia sangre en ella, alguien me había pegado.
El lugar donde desperté, no era la estación de trenes, estaba en Bernardino Rivadavia, la calle estaba tranquila, desolada, no sé ni como llegue allí, estaba solo.
Fui recorriendo todo Calzada, parecía no haber nadie, parecía que el caos se había disipado, nadie, absolutamente NADIE estaba en las calles.
Fui hacia la estación de trenes otra vez, para ver si podía encontrar a mis padres, no tenia mi celular, seguramente se me cayo cuando empezaron los violentos golpes, o me lo robaron cuando caí desmayado después del golpazo que yo recibí.
En la estación tampoco había nadie, era como si algo hubiera pasado y se hubiera llevado a todos los habitantes de Rafael Calzada.
Cuando pensé que todo estaba perdido, que no tenia a donde ir, que estaba solo, pude ver, que en el anden de la estación había alguien parado, esperando algún tren que pase por ahí. Sin dudar, corrí hasta allí y le pregunte que paso, donde estaban todos. Me miro muy fijamente, y lo único que dijo fue “¿Así que todavía estas vivo? “, me tomo del cuello y me levanto muy fuerte hacia arriba, mis pies ya no estaban en el suelo, tenia uñas largas, con filo, me lastimaban el cuello, me miro nuevamente, y dijo “Já, si sos solo uno más, quizás, el único que queda vivo, un momento…”, Acerco su rostro hacia mi y dijo “Claro, sos el chico que tire en aquella calle, tonto, tonto, tonto, ¡Te deje escapar y volviste para morir!”, gritaba y gritaba, pero era inútil, estaba solo y nadie podía ayudarme, fue en ese momento que me desvanecí otra vez.
Desperté. Nuevamente estaba tirado en la calle, pero esta vez era distinto, en mi bolsillo había una nota, esta decía “Quizás no estas solo, solo debes buscar, muy pocos están escondidos, tirados en las calles, con miedo a estar como vos, solos. Sos único, todos eran únicos, pero solo unos pocos quedaron en la ciudad. Ya no tenés familia, ya no están acá. Vos pudiste verme, debí matarte, pero ya te lo dije, sos único, y veo algo que dice que vas a poder empezar solo. En otra ocasión voy a venir a buscarte, tenés tiempo.”
En ese momento me vi parado en la estación de Calzada, me calmaba la idea de no estar solo, pero era distinto, ya no tenia familia, debía armar una ciudad nueva con tan solo diecisiete años.
Por más que hoy sea una nueva Calzada, ya no es lo de antes, perdió su hermosura. Algo extraño entro en ella, ese alto señor del tapado volverá a buscarnos, pero cuando vuelva, no pasará lo mismo que en 2015.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Mi cajita de los recuerdos.


Los recuerdos suelen doler, y otros hasta hacernos llorar. Pero son recuerdos al fin.
Desde hace ya varios años tengo una “Cajita de recuerdos”, en ella, habitan desde los recuerdos mas pequeños, hasta los mas importantes.
Allí dentro, diciéndolo seriamente, se encuentra toda mi adolescencia, todas esas personas que pasaron y dejaron una marca en ella, también.
Al principio pensé que mi cajita iba a estar vacía, que jamás la llenaría, pero hoy, con dieciséis años, mi cajita, ya casi no tiene lugar para tantos recuerdos, entre ellos, cartas, cartas, cartas, collares, pulseras, mechones de pelo, y muchas cosas más, apenas y puedo cerrarla.
¿A que voy?, La verdad que ni yo tengo idea, es toda una vida, toda una adolescencia, en una caja. Abrirla, a veces, me ponía triste, ver personas que estuvieron, y me hicieron tan bien, y ahora, ya no están, es realmente triste. Pero por otro lado, están esos recuerdos, de aquellas personas que siguen estando y al leer esas cartas o ver esos dibujos, suelen caerse un par de lágrimas de mis ojos.
Supongo, que es bueno recordar las cosas del pasado, por más malas o buenas que hayan sido, esta bueno ver, quienes fueron esas personas que te hicieron crecer.
No les estoy diciendo, que armen su propia “Cajita de los recuerdos”, pero si ustedes quieren, ¿Quién soy yo para decirles que hacer?, pueden en ella albergar las cosas más lindas, como las más feas.
En mi cajita, se encuentran miles de cartas sin destino, dibujos de mi madre, e incluso dibujos que nunca saldrán a la luz, el comienzo de mis enamoramientos, mis primeras cartas de amor que recibí, en si, hay muchísimas cosas.
De todas las cosas que tengo dentro de ella, no me arrepiento de nada.
Cuando abro mi Cajita, hoy en día, en vez de llorar o ponerme mal por las cosas que encuentro en ella, me pongo a reír de mi pasado, o llorar, simplemente de la emoción.
A lo largo de mi adolescencia, perdí amigos, conocí gente nueva, gente que nunca se alejo, tuve hermanos nuevos, me pelee con mucha más gente, perdí perdón, escribí cartas, dibuje, recibí cartas, me dibujaron, y otras tantas cosas que a veces se me olvidan…
Pero ahí esta ella, que contiene todo mis secretos, mis amoríos, todo de mi, mi cajita de los recuerdos, que permite que no me olvide de nada, ni de nadie, que hace que mi adolescencia este completa, que una de las etapas de mi vida, tenga sentido, que me hace recordar lo bueno y lo malo…