jueves, 7 de agosto de 2014

La espera.

— ¿Me amas? —Le pregunto ella cuando la abrazo.
—Te amo, pero no puedo seguir esperándote mi amor. —Le respondió.
—No me dejes.
Él estuvo con ella por más de dos años, esperándola. Desde que la conoció toda su vida cambió, hacia lo que sea por ella, podría pasar un huracán, pero él siempre la esperaría.
Ella lo veía y se enamoraba cada vez más, le encantaba, pero no podía apurarse, todo a su debido tiempo, todo a su debido tiempo.
—No voy a volver, no más. —Dijo él con lágrimas en sus ojos.
—Todavia no, por favor.
En la cabeza de ella se pasaban todas las cosas que habían vivido juntos, él le llevaba el desayuno, el almuerzo y la cena a la cama siempre, la amaba, la mimaba, la hacia sentir única, realmente lo era. Le contaba sus días y lo mucho que la extrañaba cuando no la veía, la enamoro con su forma de ser, hizo muchísimo por ella y hoy la estaba dejando sola.
Todavia recordaba aquella primera vez cuando lo escucho llegar, tan lindo, tan cortes y tan tierno. Recordaba aquellas cosas que le decía al oído, que no la iba a dejar jamás, que cuando todo esto pasase él seria su esposo y serian felices por siempre, que no le gustaba esperar, que no iba a aceptar un no como respuesta y que aunque tuviera que esperarla una eternidad, lo haría.
— ¡POR FAVOR, NO ME DEJES!, ¡TODAVIA NO!
Por su parte, él estaba cansado, había esperado demasiado, le dolía, pero no podía seguir esperando algo de alguien que no obtuvo nada por más de dos años, dio todo de si, hizo todo lo posible y por haber, y nada, nada de nada. Era hora de darse por vencido, de decir basta, las cosas no iban a resultar, el tiempo pasaba y él no podía dejarlo pasar y no hacer absolutamente nada con el maldito tiempo, tic-tac-tic-tac-tic-tac, el tiempo corría cada vez más rápido, la vida se pasaba volando.
Sin embargo, y a pesar de perder mucho tiempo, nunca se iría a arrepentir de todo el tiempo invertido en esa persona, en aquella casualidad, por que, sin dudas fue una casualidad. Él se había curado de algo anterior, y justo en eso apareció ella para darle vuelta su mundo, fue entonces cuando desde hace más de dos años, quizás casi tres, él nunca se despego de ella.
Hace unos días, un familiar de ella lo llamó y le dijo lo que sucedía, que la despidiera, que ya no la volvería a ver, había pasado mucho tiempo y nadie, absolutamente nadie obtenía una respuesta.
Con lágrimas en sus ojos, y un gran dolor en su pecho, le tomo la mano y un segundo después la abrazo muy fuerte.
—Te amo, pero no puedo seguir esperándote mi amor. —Se acercó a su oído— Me hubiera encantado que me conocieras, espero que me hayas escuchado al menos una vez.
Y sin más, la dejó de abrazar y solamente tomo su mano.
—Todavia no. —Seguía diciendo ella, pero nadie la oía.
Justo cuando aquel medico estaba por desconectar su respirador, ella despertó.
Lo miró con una mirada llena de felicidad, y con pequeñas fuerzas dijo: Ya basta de esperar.
Y ambos se conocieron.