Aquella
noche, un centenar de ángeles escaparon del cielo para venir a la tierra y
quedarse en ella para siempre.
Ni el ser
humano más ateo podía creerlo, pero sin dudas, estaba pasando, los ángeles
estaban en la tierra, aquellos seres alados, tan libres, llenos de fe, bondad y
por sobre todas las cosas, llenos de amor, estaban allí frente a sus ojos.
Cansados de que el hombre se equivocara, de que el hombre destruya la tierra y
todo lo que lo rodeaba, sin que nadie hiciera nada para pararlo, se escaparon de
los cielos para terminar con tanto odio, tanta violencia, tanto mal que rodeaba
a las personas.
Ahí estaba,
la alianza más pura que podría existir, las personas y los ángeles viviendo
juntos, nada más y nada menos. La tierra cambiaba, las cosas cambiaban,
aquellos seres habían logrado lo que realmente querían, lo que traían en sus
mentes estaba pasando en la tierra, lo que pensaban estaba pasando al fin,
aquello que pudieron robar del cielo estaba entre los seres humanos, aquello tenía
el nombre de Perfección. ¿Un mundo perfecto?, por favor, ni aunque el escritor
más famoso del mundo logre escribirlo, la perfección no existe, y si existe,
puedo jurarles que no es por mucho tiempo. Es aquí cuando la historia da un
giro inesperado en tan solo una persona.
La tierra
era al fin un lugar lleno de aquella cosa llamada Perfección, basta de peleas,
basta de robos, basta de todas aquellas cosas malas. Los ángeles vivían entre
las personas y eso parecía ser lo más normal. Pero las cosas empezaban a
tornarse malas, cuando los ángeles se preocuparon por aquel extraño hombre que
les estaba cortando sus alas, convirtiéndolos en mortales y quitando muy de a
poco el perfeccionismo del mundo.
La Realidad
había invadido el corazón de aquel humano, cambiándole aquel pensamiento que
los ángeles habían metido tanto en su cabeza, aquel joven empezó de a poco a
cortarles sus alas, empezaba a cortar la perfección. Aquellos malditos ángeles
lograron esparcir la Perfección por todo el mundo, pero él no iba a parar hasta
cortarle las alas a todos, absolutamente todos los ángeles que estuvieran en la
tierra, así tuviera que recorrerse todo el mundo, iba a terminar con cada uno
de ellos.
El mundo
empeoraba, las cosas marchaban mal, los ángeles temían, las personas cambiaban
sus formas de pensar, la Realidad estaba frente a ellos.
El joven
asesino de ángeles estaba terminando con cada uno de ellos, sus alas, su
bondad, su amor, todo se iba volando luego de sentir el filo de aquel frío
cuchillo. Quedaban menos de la mitad de todos aquellos ángeles que bajaron a la
tierra, y su plan de quedarse para siempre con los humanos se desmoronaba, la
tierra tomaba un rumbo diferente, aquel mundo perfecto que algún día soñaron,
ya no existía. Empezaba a existir el miedo, la violencia, la maldad y demás cosas
que antes estaban, pero ahora volvían para hacerse más fuertes que nunca.
El miedo
estaba en todos aquellos pocos ángeles que quedaban, aquel miedo logro hacer
que se marcharan para no volver, y con ellos se llevaron aquello que robaron
una vez para creer que la humanidad podría salvarse, aquello que llevaron para
que todo este bien, se lo llevaban nuevamente al cielo.
Fue así
como la Perfección abandonó la tierra para nunca más volver, aquella realidad
que es tan difícil de ver estaba entre los humanos, pero también estaban
aquellos ángeles que se quedaron sin alas, aquellas personas tan buenas aún
allí estaban, ya no eran ángeles, no, pero eran lo más bueno que quedaba en la
tierra, eran lo más cercano a una perfección que esta muy lejos todavía.
Nunca más
volvieron a bajar del cielo, y la tierra jamás volvió a ser perfecta. Un
pedacito de Perfección quedó en lo más fondo de cada ser humano, pero ya no existe un mundo
perfecto, sin ahora buscarlo.