lunes, 18 de noviembre de 2013

La visita.

Yo estaba tirado en el sillón que teníamos fuera de la casa, mirando como se pasaba un lindo día de verano en Rafael calzada en el mes de diciembre, uno de esos días en donde no hace ni un calor para morirse, ni uno de esos días donde hace frío como para congelarse, un día donde no sucede nada y de vez en cuando una brisa pasa para volarnos los pelos de la cara y refrescarnos unos cinco minutos.
Contemplaba como se pasaba el día, la tarde, los jóvenes que salían de las escuelas, las parejas que salían a tomar un helado, las familias con sus hijos tomados de la mano, era una tarde espectacular, una de esas donde la paz reina absolutamente cada rincón hacia donde miraras.
Me encontraba leyendo Misery de Stephen King, cuando un hombre bien vestido, de traje, toco el timbre de casa. Me levanté, dejando el libro en el sillón y fui hasta la puerta a atenderlo.
—Si, ¿Qué es lo que desea? —. Pregunté.
—Señor Creed, ¿Verdad? —. Me respondió el señor de traje.
—Si, soy yo. ¿Sucede algo?, ¿Hice algo fuera de la ley? —. Dije dirigiéndole una sonrisa, ya que nunca hice nada malo en la vida.
—No necesariamente, pero es hora de irnos, vamos, acompáñeme.
— ¿Adonde? —. Pregunte una vez más.
—Vamos señor Creed, deje de hacer tantas preguntas y vámonos—. Dijo sonriéndome.
Cerré bien la casa y me fui con aquel hombre. Caminamos a lo largo de San Martín y luego doblamos por 20 de Septiembre, hacia el centro. Quizá intente burlarme de él cuando fue a buscarme, pero eso no importa ahora, de todas formas ambos sabíamos que es lo que sucedería. Era imposible burlarme de él.
Caminamos por todo 20 de Septiembre, charlando. Aquel hombre de traje, tenia una apariencia de hombre frío, de no hablar con nadie, pero no era así, era un hombre agradable, de esas personas que nunca dejan que haya un silencio en alguna conversación, una de esas personas que siempre tenían un tema de conversación para sacar en cualquier momento. A pesar de que su trabajo no fuera el mejor, parecía ponerle la mejor buena onda a la hora de hacerlo, y trataba de llevarse bien con las personas a las que solía visitar.
Llegamos hasta la calle Rafael calzada y caminamos hasta Falucho, todo el tiempo charlando, tranquilos, sin apuros. Hablábamos del hermoso día, del hermoso clima, todo parecía hermoso ese día, todo era absolutamente hermoso.
Caminamos por Falucho hasta llegar al viejo cementerio de Rafael Calzada.
—Al fin hemos llegado, de todas formas el camino se hizo rápido charlando con usted Sr. Creed—. Me dijo sonriente otra vez
—Si, al fin hemos llegado, pero… ¿No crees que pueda quedarme unos años más aquí? —. Le pregunté
—Sr. Creed, sabe como son las reglas, además, he tardado bastante en venir a buscarlo, hice bastante tiempo para usted, no me haga más difícil esto—. Me dijo apaciblemente.
—Tienes razón, discúlpame.
Entramos en el cementerio, recorrimos pasillos hasta llegar a una hermosa tumba nueva que tenia inscripto: “Cristian Creed, 1912 – 2010”.
—Cien años es mucho tiempo Cristian, ¿No lo crees? —. Me dijo
—¡Y cuanto tiempo!, pensar que tendrías que haber llegado hace dos años, y me los has dejado, por un momento pensé que te habías olvidado de mi y viviría para siempre, que quizás tenia más tiempo a mi favor, pero me equivoque. 2013 fue un buen año de todas formas, exceptuando tú visita—. Le dije y reí.
Fue entonce cuando me dijo que cerrara los ojos, y lo hice. Fue entonces cuando desperté de un largo sueño, y la noche ya había caído sobre la ciudad, entonces, entendí, que aquel hombre de traje no estaba lejos de venir a verme.
2013 no se encontraba tan lejos, solo faltaba un año y ese sueño no solo fue por que si, no solo fue un sueño.
Continúe leyendo Misery, y pensaba, mientras sonreía, que gracias a aquel hombre de traje (El cual nunca supe como se llamaba, pero por aquí he escuchado decir que le dicen “Muerte”), me había dado un año de más, un año más para vivir…

jueves, 7 de noviembre de 2013

El aula.

Rodrigo corría, subía y bajaba por las escaleras de la torre, pero por más vueltas que diera, ese edificio parecía no tener ninguna salida y no quería perder el juicio como algunos de sus compañeros o desaparecer como algunos lo habían hecho. En su mano tenia un tubo de metal, quitado de una de las sillas.
Era uno de esos días donde el calor invadía a Rafael Calzada y una tormenta de verano no hubiese ido nada mal.
Rodrigo asistía al Instituto José Manuel Estrada como lo hacia desde hace cinco años, cursaba el quinto año.
El día corría normalmente, como todos los días, pero como dije, era uno de esos días pesados de verano, cuando el calor no deja de ser insoportable y lo único que hay son esas ganas de volver a casa a tirarse en la cama a ver como se pasa el resto del día, cosas así sentía Rodrigo un día lunes que le tocaba salir a las dos de la tarde. Pero el día dejaría de correr normalmente y la rutina cambiaría ese mismo día, las cosas dejarían de estar tan tranquilas y el calor seria lo menos importante.
Eran las ultimas dos horas, lo único que hacia que el día sea mucho más pesado era estar esas ultimas dos horas con matemáticas. Karina entro al aula y aviso que tenían hora libre, eso alegro a Rodrigo, al menos no tendría que romperse la cabeza resolviendo aburridos problemas las últimas horas en el colegio.
Karina salio y dejo al curso solo por un momento, sin embargo, fue cuestión de minutos para que todo se fuera al mismísimo diablo, apenas se cerro la puerta, un temblor agito todo y seguramente no solo el aula de quinto año. Las lámparas que colgaban del techo se movían de un lado al otro, los bancos igual, y las ventanas atinaban a cerrarse pero se abrían nuevamente.
Las chicas del aula gritaban, mientras que los chicos reían, pero seguramente del miedo, mientras varios gritaban que se pongan a cubierto debajo de las mesas y tenían razón, si una de esas lámparas se soltaba, seguramente matarían a alguien. El temblor se detuvo, pero su duración fue de unos diez minutos aproximadamente.
Eran veinticinco en el curso y había más mujeres que hombres. Salieron del aula muy despacio, y se dieron cuenta que no había nadie, ni Karina, ni los demás preceptores estaban en el colegio, estaba totalmente vacío, solo ellos estaban allí, solo el aula de quinto año estaba llena de alumnos. Al principio parecía divertido, salir del aula, recorrer los pasillos, estar en cualquier lugar haciendo nada, el sueño de todo adolescente que asiste a clases, pero las cosas se empezaron a alterar cuando llegaron las dos de la tarde y ni siquiera el timbre había sonado para salir y volver a casa.
Rodrigo y un grupo de cinco chicos bajaron para ver si salían, el resto paseaba por el colegio. Al bajar se encontraron que la puerta estaba completamente cerrada y no pudieron abrirla.
Las horas pasaban y Rodrigo quería volver a su casa, de todas forma no era el único. No paso mucho tiempo para que el y un grupo de tres personas quisieran abrir la puerta. Lo lograron, pero fue ahí cuando la puerta se abrió y había un gran vacío fuera, es que, directamente no existía un afuera. El edificio parecía estar flotando en el aire y la profundidad del vacío parecía interminable. Nadie salió.
El día seguía pasando y parecía interminable, Rodrigo no entendía que pasaba, pero al menos parecía seguir cuerdo.
Con el pasar de las horas, varias personas parecían haber desaparecido también como el resto de todo el colegio, Rodrigo seguía buscando una salida, pero no la encontraba, llevaba el tubo de la silla en su mano por si algo aparecía de la nada, su mente ya no se encontraba tan cuerda. Cada tanto se cruzaba con gente de su curso, pero ni siquiera parecía verlos, el solo buscaba como volver a casa, como salir de ese maldito lugar. Sentía que si se dejaba estar, desaparecería como el resto de los estudiantes.
Eran las siete de la tarde y el sol parecía el mismo, parecía que la hora no pasaba, todavía parecían ser las doce del mediodía de un lunes de matemáticas y salidas a las dos de la tarde.
Rodrigo no aguanto más. Se dejó estar. Se sentó en el pasillo, se puso sus auriculares, encendió la música de su celular que no funcionaba más que para eso y espero ver que sucedería con él y el pequeño resto de gente que quedaba, si es que quedaba alguien.
Fuera, desde las doce del mediodía de ese mismo lunes, todos los canales de televisión se amontonaban en la puerta del colegio para obtener una primera plana del terrible accidente que había ocurrido en el salón de quinto año. Un avión por extrañas razones se había estrellado contra el edificio, más exactamente en el salón de quinto año, donde ni un alumno quedo con vida, el resto de los cursos sufrieron grandes heridas.
Pero en el aula donde había más razones de lamentos y llantos, era sin dudas, en el aula de quinto año…

miércoles, 16 de octubre de 2013

El verano y 20 de Septiembre.

Lloré, pero de la bronca que tenia encima, ya no aguantaba más estar ahí, corrí por toda la San Martín, como cuando corren los adolescentes por las noches para que no los roben. Hacia mucho calor, era verano, la transpiración me mojaba la cara, como también lo hacían mis lágrimas, las largas cuadras hacían que deje de correr, pero no lo hice, no hasta llegar a 20 de Septiembre.
Algo tenía 20 de Septiembre que lograba calmarme y hacerme olvidar de todos los problemas que me agobiaban, algo tenia esa calle. No sé realmente que era, realmente no lo sé, quizás eran sus negocios, la gente que caminaba por ella, una calle con tanta vida y más en verano, cuando las clases ya no existen y el espíritu adolescente esta suelto por todos lados, buscando un lugar para pasar el rato.
Me la podía pasar todo el día caminando de un lado al otro y no aburrirme. Ese día al igual que la mayoría de las veces, como al no estar en casa, seguramente me encontraría con los niños del colegio, esos que siempre están molestándome y ni mamá, ni papá, hacen nada al respecto, ni siquiera el colegio mismo me defiende, pero no importa. Sabía que al doblar la esquina, iba a estar ese grupo de chicos, y no me equivoque.
Ahí estaban, intente cruzarme de vereda, pero ya no se puede, estaba ahí y era yo esa persona a la que toman de punto, y como la mayoría de mis días, una vez más había recibido una paliza.
La noche llegaba y cubría a la hermosa Calzada, otro día de verano se iba terminando y debía despedirme de 20 de Septiembre, hasta el día siguiente.
Una vez más volvía a casa, una vez más golpeado por mis compañeros y seguramente iba a tener que aguantarme los maltratos de absolutamente toda mi familia hacia mi. Lloraba, pero nadie me escuchaba, nadie escuchaba, por más fuerte que lo hiciera, parecía que mis llantos eran una parte más del silencio que me rodea.
Vi como llevaban mi cuerpo aquella noche en aquella ambulancia, pero todavía no lo entendía, había saltado del edificio más alto de 20 de septiembre, pero mi cuerpo seguía allí, yo me veía y caminaba, tranquilo caminaba por la calle, de un lado al otro, buscando comida, carne era mi preferencia, y si era de jóvenes, mucho mejor.
Con el tiempo, se que los habitantes de Rafael Calzada, me convirtieron en una leyenda urbana y que varios han dejado de caminar por 20 de septiembre por las madrugadas, por miedo a encontrarme.
Hasta yo me daría miedo, pero quedense tranquilos que solo los veranos me atraen a Calzada, el resto del año, duermo una siesta eterna, para tener fuerzas.
Me convertí en un monstruo que vaga por las calles en las noches de verano, me convertí en “Tenues” o por lo menos así es como me llaman, pero no fue por que quise, fue por que nadie escucho mis llantos, fue por que grite fuerte y nadie quiso escuchar, fue por los maltratos, fue por todo lo que llego a cansarme en la vida, que hoy estoy caminando detrás de ti para asesinarte y dejarte sin vida.
Escucharte gritar, escucharte llorar y no dejarte, solo asesinarte, como fue que me asesinaron, como fue que me llevaron al suicidio, como nunca a mi me escucharon, eso es ahora lo que hago, eso es ahora lo que soy.

lunes, 7 de octubre de 2013

Solo queda imaginar.

Se saca los lentes, se pasa la mano por los ojos y aleja el cansancio unos quince minutos más, pone música y trata de pensar en que escribir, da un par de vueltas por la web, buscando películas o música nueva para escuchar, se levanta para ver su celular que esta cargando, y que no le haya llegado ningún mensaje, o Whatsapp.
Se sienta nuevamente y empieza a transportarse a un mundo que no todos conocen. Empieza a utilizar su imaginación, esa herramienta que solo algunos poseen. En algunos casos, la imaginación persiste, y en otros desaparece.
La imaginación se encuentra más habitualmente en los niños, pero, ¿Quién dice que este adulto que escribe no puede tenerla? No se si lo que voy a decir, esta todo en lo correcto, pero creo que los soñadores son los que más imaginación tenemos, si, yo me considero uno. No todos los textos de mi Blog se escribieron por que si, muchos me los imagine, me los imagine como yo quería, como me parecían a mi, como me imagino muchas veces Londres, ese sueño que tuve desde pequeño, aun persiste en mi y lo imagino cada día como el lugar perfecto para irme a vivir.
Los soñadores que fracasan y tiran su sueño a la basura, son la otra mitad de la imaginación, esas personas que al leer o mirar una foto, no pueden imaginarse absolutamente nada, o solo lo más mínimo. Debe ser triste eso.
La imaginación lo transporta hasta los lugares más íntimos del mundo, lo transporta hacia el futuro y hacia el pasado, sin necesidad de una maquina del tiempo, solo con imaginar. Sus dedos no paran de presionar tecla tras tecla, para solamente si necesita tomar un poco de agua, lee lo que viene escribiendo hasta ahora, eso le gusta, le gusta lo que el mismo escribió, y  muchas veces no puede creer que eso haya salido de su mente, que eso lo haya escrito él.
Muchas veces sus historias le asustan, los momentos de suspenso, los lugares, la sangre, los dragones, pero al fin y al cabo, le gusta, le gusta lo que escribe.
Se traba. Las ideas se le van por un momento.
Pero ahí se escuchan nuevamente las teclas, una tras otras forman las palabras perfectas para la historia, solo estaba pensando como seguir, solo eso.
Su imaginación le permite crear a personas en tan solo segundos, como son, bah, en realidad, como el quieren que sean. Por lo general los hace para que encajen perfecto en la historia.
Imaginación, imaginación, imaginación, que seria este escritor sin ella? Que seria de los soñadores sin la imaginación?
Lee lo escrito hasta ahora, y sonríe. Sonríe, por que a los lectores solo les queda una cosa luego de haber leído todo esto hasta acá.
Solo les queda imaginar como se siente esta persona al escribir esto, al escribir todos sus textos, como imagina sus historias, como viaja de aquí para allá, sin necesidad de levantarse de la silla, como conoce personas nuevas cada vez que escribe, como mira a través de textos, cosas que nunca vio en su vida, como imagina, como sueña.

Solo queda imaginar.

viernes, 28 de junio de 2013

2017

Mi nombre es Jennifer Acevedo y vivo en un lugar donde mostrarse como uno quiere, no es lo correcto, o al menos, eso es lo que nos hacen creer.
Es el año 2017 y Argentina afronta hace tres años, el séptimo golpe militar, un golpe del cual no es capaz de salir.
Vivo en una Argentina, donde debo callar mis sentimientos, una Argentina que era igualitaria, pero parece que hablar de ello es totalmente historia antigua. He aquí el motivo por el cual escribo esta carta.
La taza de robos hace tres años atrás había aumentado demasiado, el gobierno asignaba planes para todas las personas que no trabajaban, pero parece que eso no alcanzaba para aquellas personas, tres años después, acá tienen las consecuencias.
Un grupo de altos militares de la República Argentina, llego a la casa de gobierno y a las pocas horas después, se oían en todas partes, las palabras del señor Jorge Agustín Sánchez en una cadena nacional que nuevamente la Argentina, no debe olvidar: “A partir del día de la fecha, el gobierno estará en manos de la junta militar, solo es un proceso para organizar mejor al país”, mentiras.
No te voy a decir que los robos no se reducieron, pero el nuevo gobierno no solo buscaba parar la ola de crímenes que invadía a esa antigua Argentina. Las cosas dieron un rotundo giro que hizo que todo cambie nuevamente.
La Argentina estaba sangrando una vez más. Una nueva dictadura estaba en marcha.
Estaba prohibido pensar, expresarse, estar en las calles, estar a favor de “X” partido, o “X” ideas, es que directamente, no podías estar aferrado a ninguna de las ideas que se te pasaban por la cabeza, por que si lo hacías te paraban y te llevaban a quien sabe donde.
Otra vez los secuestros. Igual, fíjate vos que eso había cambiado eh, en el golpe de 1976 te llevaban en los famosos falcon’s verdes, ahora te llevaban en autos celestes. ¡Un lindo color el celeste!
Y con respecto al lugar a donde te llevaban, es imposible de saberlo, ¡Pero si Argentina es el país donde las personas desaparecen así no más!, ¡Es como si se los llevaran los extraterrestres!
Juliana era mi prometida, íbamos a casarnos, pero cuando el Sargento Sánchez y su grupo de militares tomo el poder, el termino “Igualitario” dejo de existir, según él, era antinatural la relación entre personas del mismo sexo, y fue así como en el segundo año de su mandato, no solo se torturaba a las personas que robaban o mataban, si no que también se lo hacían a las personas que estaban enamoradas.
Y fue así también, como se llevaron a Juliana de mi lado.
Juliana salio a hacer unas compras y fue una vecina de otra cuadra que me dijo que vaya a su casa un par de días, por que habían secuestrado a Juli y seguro iban a ir a casa a buscarme. Fui a lo de Florencia, y acá estoy, un mes después escribiendo esto.
Hace un mes exactamente vivo extrañando a Juliana, preguntándome cada noche, hacia donde se la llevaron, o donde tiraron su cuerpo si es que la mataron, y es en esos momentos, cuando recuerdo todo lo que pasamos juntas, nuestros besos, nuestras miradas, y nuestra futura boda, que quizás, nunca se vaya a realizar, y suelo llorar y mojarme mis ojos pensando en ella.
Suelen caerme un par de lágrimas también, por la Argentina, y la señora democracia que todavía no aparece, pero lamentablemente, esta fue también secuestrada por esos señores de uniformes y alto poder que ahora están en el gobierno.
Y sin dudas, también mis lágrimas van por el igualitarismo, que no solo fue secuestrado, si no que también esta siendo asesinado, en cada muerte o desaparición de cada persona homosexual.
Vivo en una Argentina, en donde los gustos dejaron de respetarse, y el amor importa muy poco.
Vivo en una Argentina, hasta en donde amar esta dictado, una Argentina donde amar, es antinatural…



viernes, 14 de junio de 2013

Smile.jpg

Antes de suicidarme, voy a intentar plasmar como fue que llegue al límite de tomar una decisión tan importante y valiente como lo es el suicidio, no tengo el valor suficiente para hacerlo, pero lamentablemente es mi única salida para toda esta locura.
Todo empezó hace un mes atrás, cuando leí un pequeño texto en la web que, desde un principio, me intereso. El texto hablaba sobre una imagen que se encontraba rondando por Internet hace bastante tiempo, pero yo nunca supe de ella. Basta con solo buscar en cualquier buscador ‘Smile.jpg’ y aparecerán varios resultados sobre lo que les estoy hablando.
Cada relato que leí, en ninguno se encontraba la imagen. ¿Era tan aterradora?, ¿Tantas cosas podía desatar una imagen con solo mirarla? Al no encontrarla, aunque la intriga de saber que esa foto me estuviera matando, el tema dejo de preocuparme, hasta olvidarlo por completo.
Llegue a casa, ese miércoles 12 de Junio de 2013, luego del trabajo, y me senté en la computadora para chequear mi Gmail. Un año después de haber dejado en el olvido el tema de la foto, me había llegado un mail de alguien que no conozco, y seguramente no conoceré jamás. El mail estaba escrito en ingles, se ve que la persona era de otra parte del mundo. En un principio pensé que no era más que una broma pesada que alguno de mis conocidos me estaría jugando, pero me interesaba mucho saber que era el archivo que estaba adjunto al mail, ¿Seria esa la imagen que tanto busque y no encontré?, ¿Esa es la imagen tan aterradora?
El mail, según pude entender, decía algo como:
¡Hola!, vi que en varios foros estuviste preguntando por la imagen de ‘Smile.dog’, aquí te la dejo adjunta.
Gracias a Dios apareciste, no sabia a quien enviárselaJ Espero que tengas suerte.” La curiosidad pudo conmigo.
Abrí la imagen.
Ocupo absolutamente toda mi pantalla, ¡El maldito perro ocupo toda mi pantalla!, de esto trataba la maldita foto, de un perro sonriendo, una imagen que no se veía del todo bien, pero que al mirarla lograba hacerte sentir extraño, como si alguien te estuviera viendo realmente.
A penas se abrió y ocupo toda mi pantalla, la imagen que aterraba a tantas personas en la web, a mi me daba un poco de risa, pero no paraba de pensar en lo que escribió el desconocido al final del mail: “Gracias a Dios apareciste, no sabia a quien enviársela”, luego pude darme cuenta a que se refería.
Los días siguientes cuando no tenia nada en que pensar, la imagen se me venia a la cabeza, como si ella quisiera que la pensara, sola, así no más aparecía aquel perro sonriendo en mi cabeza.
A mitad de mes, tuve la primera pesadilla, el comienzo de lo que seria una seria de horribles sueños que me darían ganas de no dormir más. El perro aparecía en mis sueños, ahí estaba otra vez, no le alcanzaba con aparecerse la mayor parte del tiempo en mi cabeza, en mis sueños estaba otra vez, pero ahora para decirme que pase la imagen a alguien más, fue ahí cuando entendí lo que escribió aquel chico.
¿A quien?, ¿A quien podía mandarle la foto de ‘Smile.dog’? Los foros de Internet habían cerrado los temas relacionados con la imagen, los mails no la recibían más, nadie quería saber nada de ella. En un momento pensé en grabarla en un cd, pedir una película en el videoclub y cambiar los discos, así quien alquilara esa película, miraría la imagen y listo, el fin de mis problemas, pero no, no pude, no podía condenar a una persona más a que viva este calvario.
Había grabado el cd, eso es cierto, la imagen se encontraba allí. Pero no me atreví a hacer lo que había planeado, sin dudas, no podía.
Hoy es 12 de Julio y se cumple un mes desde que vi la imagen de Smile.Dog, hoy es el día en el que voy a poner fin a todo esto, por que por más que halla borrado la foto de mi computadora, y haya quemado el cd, el perro sigue en mi cabeza, en mis sueños y en cualquier lugar que mire, el esta ahí, llevándome cada vez más hacia la locura, sonriendo, ahí esta…

martes, 21 de mayo de 2013

¿Hasta cuando?


Nos encerramos en nuestras casas cada vez más y más.
Nos da miedo salir a la calle o ¿Nos dan miedo las personas de la calle?, vivimos nuestros días aferrados al miedo y a la posibilidad de ser lastimados.
La sociedad nos hace daño y abre miedos. Caminamos rápido para no estar fuera, ya que estamos agobiados de miedo y nada más.
Vemos a una persona sospechosa a lo lejos y nuestro corazón ya empieza a latir rápido, pensamos donde fue que metimos el celular o la plata, para que no nos saquen las cosas.
Es increíble como una persona puede incluso matar a otra, por un par de papelitos, que vaya a saber quién, puso en él la palabra “100 Pesos”, ¿Ese es el valor de una vida? Que va, en algunos casos vale menos que eso, tan solo un celular.
Llegamos a nuestras casas y por fin nos “tranquilizamos”, pero, ¿Hasta cuándo?, ¿Hasta cuándo vamos a estar seguros ahí?
Hay personas que están encerrados cumpliendo una condena, por un crimen que ellos cometieron y por ende se merecen tal condena, pero ¿Nosotros? Nosotros vivimos encerrados cada vez más todos los días, con el miedo a salir a calle, es como si los papeles se invirtieran y nosotros pasamos más tiempo encerrados que las personas que mataron a alguien.
Salir a la calle ya no es como antes, salir a la calle es ver de un lado para el otro rápidamente, cuidarte la espalda, guardar el celular y la plata en el lugar más seguro que tengamos y salir caminando, casi corriendo para no estar tanto tiempo afuera.
Muchas veces salir encapuchado, es salir “Seguro”, podes caminar tranquilo, pero sin dudas, no está nada copado que te miren de arriba abajo y pienses que robas o algo por el estilo, no es agradable que cuando pases por al lado de alguien se aferren rápido y fuerte a su mochila o bolso por miedo a que los arrebates y salgas corriendo con ellos.
Vivimos en un lugar donde los delincuentes caminan tranquilos y sin problemas, donde las personas de bien se esconden en sus casas y temen hasta sentarse en la vereda, vivimos en un lugar donde las personas sin trabajo igual reciben dinero, gracias al gobierno, donde los policías se ven cada vez menos, donde los que cometen un delito entran y salen a las pocas horas de la comisaria.
Vivimos todos los días así, con miedo a que al salir nos apuñalen o nos disparen, vivimos con miedo a que nos arrebaten la vida por un par de pesos o un celular.
Lo único que puedo hacer, es estar en mi casa, enfrente de la computadora, escribiendo este texto. Nos encerramos cada vez más y más, y en mi cabeza no deja de pasar una y otra vez la misma pregunta:
¿Hasta cuándo vamos a vivir así?

miércoles, 17 de abril de 2013

Miedo a ser valiente.


Me acuerdo cuando deje todo atrás, no era por que yo lo hubiera deseado, pero mi familia había tomado la decisión y todavía tenían la posibilidad de hacerlo, ya que tenía diecisiete años. Si tan solo hubiera tenido dieciocho, todo, absolutamente todo, hubiera sido de otra forma…
Recuerdo cuando Jesica me dijo que vaya a su casa después del colegio, ya que ella salía un par de horas más temprano. Pensé que era para una de las tantas veces que siempre nos veíamos, desde hacia ocho meses, como la pareja que éramos. No había nadie que no supiera que Jesica era mía y de nadie más.
Pero no, en sus ojos se notaba que no quería verme para pasar la tarde juntos, pero tampoco se notaba que quería pelear o hacerme una escena de celos como solía suceder. En sus ojos se notaba algo como… ¿Angustia? No lo sé.
Llegue hasta la puerta de su casa, después de dos cansadoras y totalmente aburridas horas de historia. Un pequeño dolor de cabeza, logro ponerme fácilmente de mal humor, pero al verla a ella seguramente se me pasaría todo. Salió a abrirme la puerta, todavía estaba con el uniforme del colegio.
Cuando entramos, me di cuenta que ella estaba sola en la casa. Me dijo “Pasa, sentate en la mesa, necesitamos hablar”, a penas escuche las ultimas dos palabras se me hizo un nudo en la garganta, escuchar un “Tenemos que hablar” a los diecisiete, de la boca de tu novia, no era nada agradable. Me senté y ella hizo lo mismo, estábamos uno enfrente del otro.
Las palabras parecían no poderle escapar de su boca, no se animaba, pero tenia que decírmelo de una vez por todas. “Que pasa Jesi?”, intente ayudarla, hasta que por fin logro sacarse eso que tenia en el pecho. “Sabes que no soy de dar vueltas, pero esto no es un tema nada fácil de tocar Matías, pero prefiero decírtelo yo, antes de que te enteres por otro lado”, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Caminaba para la parada del colectivo, solo. Necesitaba pensar, estaba confundido, mi mal humor se había ido, pero ahora, no sabía como sentirme. Llegue a casa, y subí a mi cuarto, me puse mis auriculares y el CD Reptilia de The Strokes, que escuchaba a veces para pensar. Por más alto que hubiera puesto la música, en mi cabeza no paraban de sonarme las palabras de Jesica, “Estoy embarazada Matías, estoy embarazada Matías, estoy embarazada Matías, estoy embarazada Matías”, la frase se repetía en mi cabeza, una y otra vez, hasta que sin darme cuenta me quede dormido.
Me desperté al otro día, con la frase dando vueltas otra vez por mi cabeza. Llame a Jesica para que venga a casa, sabia que no iba a poder solo con mis viejos, no iba a poder contarles yo solo. Pasara lo que pasara, estaba dispuesto a hacerme cargo de aquel pequeño bebe que había en la pancita de mi novia, no sabia muy bien como, pero tenia la edad suficiente de hacerme cargo de mis actos.
Después de comer y antes de que mis viejos se vayan a dormir la siesta, les dije que Jesi y yo teníamos que hablar con ellos. Nos sentamos en la mesa, por un lado estábamos mi novia y yo, y enfrente nuestro, mi mamá y mi papá. Empezamos tocando el tema de las veces que habíamos estado juntos íntimamente, ellos lo sabían, pero mis padres nos miraban ya de una forma… ¿Rara? Tampoco lo sé. Pero parecían saber lo que se venia. A mi mamá se le llenaron los ojos de lágrimas y mi papá me miraba a mi y solamente a mi, pero lo hacia con una mirada que mezclaba tristeza, felicidad y enojo.
Acompañe a Jesi hasta su casa y luego volví a la mía. Aun que no parecía, el clima se notaba bastante tenso y ninguno de mis padres volvió a dirigirme la palabra, hasta el día en que me fui.
Al otro día, tenía a la mamá de Jesi hablando con mis viejos sobre lo que íbamos a hacer, ya que ella no aguanto y se lo contó todo esa misma noche que la deje en su casa.
Ya no había un ambiente tenso en casa, sino que súper tenso. Pero yo estaba más que decidido, iba a hacerme cargo de mi hijo, iba a amarlo igual que amaba a su madre.
Lo que no sabia, es que a los dos días de que mis viejos hablaron con la mamá de Jesi, yo estaría en el aeropuerto subiendo al avión que me llevaría hasta Francia, allí seguiría con mis estudios y viviría con mi tío Pablo un par de años, hasta que las cosas se calmaran un poco.
¿Y que hice? Nada. No podía hacer nada, era solo un adolescente, no podía decidir por mi mismo.
Muchas veces, suelo imaginar a mi hijo y a Jesica.
Mi hijo, tiene hoy ocho años, y yo tengo ocho años de pensamientos, de dibujos, de fotos imaginarias de aquel bebe que nunca conocí.
Preparo mis valijas y luego las desarmo, no puedo. ¿Qué pensaría Jesica de un cobarde que la dejo sola con ese niño?
Sigo sin entender a mis padres en aquella tonta decisión, sigo con el miedo a ser valiente para ir a ver a mis dos ángeles. . .

miércoles, 13 de febrero de 2013

Z.


Aquel día desperté en el laboratorio de la calle Hipólito Bouchard, mi trabajo. Eran las dos de la tarde, mi turno acababa a las seis, me había quedado dormido.
Me despertó el escuchar una alarma cerca de mi oficina, camine por el pasillo, para ir hasta donde se escuchaba, quería saber que sucedía.
Mientras caminaba por el pasillo, varios compañeros salieron corriendo por el hasta la salida, parecía que algo bastante grave estaba sucediendo, yo seguía caminando, realmente quería saber que sucedió. Si no me hubiera dormido en mi horario de trabajo, seguramente ya estaría al tanto de todo, pero no había tiempo de echarse la culpa.
Justo cuando llegue a la oficina donde se originaba el sonido de la alarma, un compañero salio y grito “Tenemos que salir, se están moviendo, mordieron al doctor, no va a pasar mucho tiempo para que comiencen a caminar”
No me importo, entre en la oficina, bueno, más que una oficina era como uno de esos cuartos que tienen los laboratorios para hacer sus pruebas y demás. Dentro, el Dr. Giammattei tirado en el suelo, con su guardapolvo lleno de sangre que provenía de su cuello. Me acerque para intentar ayudarlo, pero era inútil, no había forma, haga lo que haga, Giammattei, moriría. Abrió sus ojos, me miro y me dijo “El maletín, el maletín, llévatelo, tenes que salir de acá, llevalo lejos, a Constitución, busca al Dr. Carter y decile que fabrique más vacunas como la que hay dentro, es la única forma de que no se siga expandiendo, decile que el virus ya esta entre nosotros, tenes que salir…” Sus ojos se cerraron, Giammattei ya no existía. Agarre el maletín y estaba a punto de irme, cuando voltee, el cuerpo del Dr. Giammattei, estaba frente mío, pero sus ojos no eran los mismos que antes de cerrarse, eran blancos, completamente blancos, era como si hubiera perdido su color celeste/azul, exceptuando sus pupilas, que eran totalmente negras. Se balanceo sobre mí con sus dos brazos intentando agarrarme y posar su boca en mi cuello, pero lo empuje, cayó al suelo, salí por la puerta hacia el pasillo que conduce a la salida, y me quede allí mirando que sucedía en aquel cuarto. El cuerpo del Dr. se levanto nuevamente, y detrás de el venían dos personas con iguales síntomas a paso muy lento. No dude un segundo y salí a correr por el pasillo.
Salí desesperado con el maletín a la calle Bouchard, lo que estaba pasando era raro, debía ir rápido hasta Constitución y buscar a Carter, pero no pensaba ir con la ropa de trabajo, por eso decidí ir primero a casa a cambiarme, para eso debía ir hasta la calle Entre ríos, dos cuadras de mi trabajo. Fui lo más rápido posible.
Llegue hasta casa, me cambie y salí aun más rápido para ir hasta la estación de trenes de Rafael Calzada.
Camine hasta llegar a la Av. Jorge, de ahí, debía hacer seis cuadras hasta llegar a 20 de Septiembre, y unas cuatro para llegar a la Av. San martín, unas diez cuadras en total. Luego, serian unas cuatro cuadras más para llegar a la estación de trenes. En total, para llegar a destino, serian nada más que catorce cuadras. Por un momento pensé que seria fácil, no era mucha distancia, pero a medida que iba cursando cuadra por cuadra, la situación se volvía cada vez más difícil.
Hasta la calle Rafael Altamira, todo parecía normal, el virus no había llegado hasta allí todavía, o eso creí. Fue en esa calle que me cruce a Marcos, el único que pasaba por allí, con gran desesperación me dijo casi gritando “Tenemos que irnos, vos, yo, no hay tiempo, nos van a agarrar, tenemos que irnos lejos”, trate de calmarlo, diciéndole que tenia que ir hasta la estación, que en Constitución no habrían llegado, y para cuando lleguemos nos habrían vacunado y seriamos inmunes al virus que anduviese en la ciudad.
Acepto acompañarme hasta 20 de Septiembre y de allí pasar por las aproximadamente ocho cuadras si no me equivoco hasta la estación. Según Marcos, el virus ya estaba en casi toda la ciudad y en las ocho cuadras que nos deparaban, habría oportunidad de cruzarnos con los infectados.
Llegamos hasta San Martín, con un par caños de fierro, volándole las cabezas a esas cosas tal y como se mostraban en las películas sobre zombis, pero cada vez venían más y más, éramos dos contra un ejército de muertos vivientes, fue entonces que desde San Martín decidimos correr por todo 20 de Septiembre.
Corrimos por todo 20 de Septiembre hasta llegar a la estación de trenes, pensando que podíamos escapar de aquel infierno, pero no fue así, las cosas empeoraron…

jueves, 7 de febrero de 2013

El reloj de plata. (IV)


Volvía a casa, luego de haber visitado la tumba de mi padre que había fallecido hace una semana atrás.
En mi camino a Lituania Street, donde se alojaba mi pequeña, pero acogedora casa, venia un cartero con su bicicleta. Justo antes de entrar en mi casa, paro en frente de mi y me entrego un sobre.
 ***
-¿Rezk?, ¿Tomas Rezk?
-¿Si?
-Tengo un sobre para usted, de un tal… Lucas Rezk.
-¿CÓMO?, ¡IMPOSIBLE!
-El sobre ha estado en manos del correo por unos diez años, se nos dieron órdenes de que se lo entreguemos justo en este momento. ¿Conoce usted a Lucas?
-Es mi padre, pero el… Falleció hace una semana.
-Oh, cuanto lo siento Sr. Rezk, mi mas sentido pésame.
-Esta bien. De todas formas, aceptare el sobre.
-Firme aquí y es todo suyo.
 ***
Entre desesperado a mi casa, en mis manos tenia un sobre que mi padre había dejado para mi, mi corazón latía como nunca antes, quizás eran los nervios o algo por el estilo, mis manos temblaban, pero me atreví a hacerlo. Abrí el sobre:

16 de Septiembre de 2010.
           
            Tomas Rezk, hijo Mio, si no me equivoco, esta carta debió haberte llegado, una semana después de mi muerte.
Seguramente habrás oído hablar a lo largo de estos años, millones de historia sobre un extraño reloj que rondaba nuestra familia, en especial a mi. La historia del FBI, los viajes en el tiempo, el encuentro con mi otro yo, etc En fin, no quiero hacerte leer demasiado, se que los chicos de tu generación detestan leer mucho.
El reloj existe.
No puedo darte más detalles sobre ello, pero puedo decirte lo que debes hacer si quieres saber más.
Debes ir hasta mi casa, ya sabes, la que se ubica en December Street, en ella encontraras un pequeño paquete, no puedo decirte donde esta, ya que esta carta puede caer en otras manos, por esa razón debes buscar bien, en cada espacio de la casa, en cada cajón, ya sabes…
Búscalo y sigue las instrucciones, si todo sale bien, volveremos a hablarnos muy pronto hijo.

Lucas Rezk.

No sabia si la carta era mentira,  ¿Volvernos a hablar?, ¿a que se refería? , quizás una simple broma, pero algo me lanzo a ir hasta la antigua casa de mi padre.
Ubique al casero y le explique que yo era el hijo de su anterior ocupante, no se negó a darme la llave, sabia que yo iba a ir, estaba esperándome.
Llegue hasta December Street. Las casas allí son casi todas iguales, techos de tejas, paredes de colores muy claros, ventanas medianas, en fin, lindas casas. Entre todas esas casas de claros colores, se encontraba la casa donde vivía mi padre antes de morir, la casa donde pase como todos, la primera parte de mi vida, a las veinte logre conseguir mi propia casa en Lituania Street y me marche de ahí.
Abrí la puerta, dentro, se encontraban las pertenencias de mi padre, la casa estaba un poco sucia, pues, hacia una semana que no se limpiaba, tiempo suficiente para encontrar polvo en los muebles.
Hice caso a la carta que mi padre me dejo, jamás creí las historias que mi entorno me contaba sobre El reloj de plata, pero algo me impulsaba a seguir, algo en mi interior me decía que buscara el paquete que mi padre había dejado para mi…

miércoles, 23 de enero de 2013

El reloj de plata. (III)


El departamento especial donde se ocultaban los restos del reloj de plata, era un lugar imposible de penetrar, bastante grande y con millones de alarmas, era imposible que mi yo del pasado y yo pudiéramos entrar en el.
Solo existía una forma y era entrando como oficiales del FBI, imposible. Yo era un era a penas un diseñador gráfico poco conocido y mi otro yo, bueno, mi otro yo estaba conmigo…
Por suerte y gracia de Dios, a medida de estos últimos años, haciendo mi trabajo logre conocer a bastante gente, entre ellos a Barney, un simpático oficial del FBI que trabajaba en el Departamento de Investigación y logística. ¿Casualidad que conozca justo a un oficial del FBI cuando estoy metido en todo este lío del reloj de plata? Puede ser, pero no es imposible.
Barney, como dije, trabajaba en el Dto. De Investigación y logística, un departamento que no estaba tan lejos del reloj de plata, pues, en muy pocas ocasiones, cuando no había casos que analizar, podían analizar casos inexplicables, como el reloj de plata y la historia de Meeks.
***
-Barney…
-Si Lucas, ¿Que pasa?
-¿Qué fue del reloj de plata? Digo, de sus restos…
-¿Eh?, ¿De que hablas?
-El reloj de plata, ese que encontraron hace tres años, salio en las noticias…
-¡Ah!, ese reloj, creo que sus restos siguen en el Departamento de casos especiales, ¿Por qué?
-¿Crees que siguen ahí?
-Si, deben seguir ahí, muy pocas veces salio de ahí para ser investigado, ya sabes que querían arreglarlo para ver si la historia era cierta… Pero Lucas, ¿Por qué tantas preguntas?
-Quiero el reloj.
-¿Vos estas loco?, ¿Cómo que queres el reloj?, no va a salir de ahí nunca, es imposible.
-No, no lo es Barney, vos podes ayudarme, lo necesito, se como arreglarlo.
-No, Lucas es imposible, no puedo meterme en ese departamento y vos menos, no va a salir. Aparte ¿Sabes como arreglarlo?, que clase de mentira es esa…
- No es mentira, Barney, te juro, mi yo del futuro, pasado, no sé de donde viene, tiene las partes que faltan, ayudame por favor, no lo aguanto más.
-¿Qué?, ¿Vos me estas diciendo que la historia del reloj de plata es verdad?
-Barney, ayudame y te juro que vas a ver algo inexplicable.
-Lucas, hace días te veo así. Podría perder mi puesto como oficial…
-Por favor Barney.
***
Barney había aceptado ayudarme a conseguir los restos del reloj de plata, se jugaba su puesto de oficial, podría perderlo, pero acepto ayudarme.
Luego de unos días de haberle hecho la propuesta, me llamo, eran buenas noticias, había conseguido poder reabrir el caso y analizar una vez más lo que quedaba del reloj en el departamento de Investigación y logística.
Barney, logro conseguir una identificación falsa para mi, iba a su departamento, como oficial normal, para analizar el reloj. Debíamos hacer todo rápido, pues, si su jefe nos veía, el podría terminar despedido.
A la mañana siguiente, fuimos hasta el departamento para robar el reloj, ahí estaban sus partes, eran hermosas, tres años guardado, pero brillaba como si fuera nuevo, era obvio que era el reloj de la historia.
Fuera en la calle, en un auto estaba mi otro yo, esperando a que le diera el reloj.
Lo tome y corrí, hasta la calle, dejando en el departamento una chaqueta con la falsa identificación, ya que debían estar seguro de quien era el ladrón, para que las sospechas no cayeran ante mi y mucho menos en Barney.
La identificación era de un cadete a ordenes de Barney, este le dijo que se iba un par de días de vacaciones y le dejo la su identificación y todo lo que tenia que ver con el FBI.
Barney debía comunicarle después que fue despedido de su cargo, eso me hacia sentir un poco culpable en el fondo, pero no demasiado como para no aceptar la identificación.
Subí al auto, y mi otro yo acelero y nos fuimos lejos, luego, abandonamos el auto y volvimos a mi casa.
Lo saque de mi bolsillo y ahí estaba, el reloj que permitía viajar en el tiempo a aquel que lo poseía, el de la historia que Meeks relato y quedo atrapado cincuenta años en el tiempo por el, era el misterioso reloj de plata…

martes, 22 de enero de 2013

Me molesta...


Muchas veces suelo callar varias de las cosas que me molestan, para no molestar a mi entorno, pero dentro de mi suelo gritar todas esas cosas que me molestan y tirárselas en cara a todas esas personas que me rodean.
Suelo gritar bien fuerte en mi interior: “¡Me molesta esto, esto y esto!” y me imagino como reaccionan las demás personas. Pero cuando abro los ojos ahí estoy, diciendo otra vez “Si, esta bien”, “No pasa nada”, o simplemente sonriendo o largando una pequeña risa como si nada me hubiera molestado.
Suelen molestarme ese tipo de personas, que dicen “No lo vuelvo a hacer” y luego los ves ahí, haciendo lo mismo una y otra vez.
Me molestan demasiado ese tipo de personas, que les molestan otras personas, me molesta, que se fijen demasiado en los defectos de los demás, como si ellos mismos se conocieran lo suficiente para decir que son mejores que el resto.
Me molestan también, ese tipo de personas que suelen humillar a otras personas públicamente, cuando uno es humillado se molesta, pero no le molesta humillar al otro, y eso me molesta.
Me molesta que mis amigos no me llamen o se junten a hacer algo sin mí, me molesta no poder hacer nada al respecto.
Me molesta que mi ex me hable cortante, sabiendo que pasamos por muchísimas cosas y que antes solíamos contarnos todo, pero si me hablara como antes, también me molestaría que lo haga.
Me molesta que mi novia no tenga tiempo para mí, pero puedo llegar a entenderlo.
Me molesta enterarme cosas de terceras personas, me molesta más aun la gente que no puede dar la cara.
Me molesta que no me salgan las palabras para expresarme.
Me molesta quedarme callado en los momentos más importantes.
Me molesta que quieran cambiarme, me molesta que el resto piense que hay que ser como otros.
Me molestan las personas que se quejan de otras personas, me molesto de mi mismo.
Me molesta que me oculten cosas.
Me molesta que no puedan entenderme.
Me molesta pelear.
Me molesta que quieran cambiar mi forma de pensar.
Me molestan millones de cosas, pero ¿Saben que?, solo me quedo callado para no molestar a otras personas, o simplemente no pelear.
Me quedo callado, sin decir una palabra, callado y calmo.
Si estoy enojado, triste, decepcionado, o alguna otra cosa, suelo callarme y guardarme todos esos sentimientos para mi mismo. Muchas veces no puedo hacerlo y los largo, pero no por completo, solamente una cuarta parte de ellos. No puedo más, me quedo callado.
Pero muchas veces me molesta quedarme callado tanto tiempo, muchas veces me molesta no poder gritarle al mundo todo lo que siento. Pero aun así, me quedo callado…

jueves, 17 de enero de 2013

Un héroe de ciudad.


Siempre creí que desde pequeño uno se forja el destino que desea, y que su futuro básicamente se basa en eso, en lo que uno elije ser.
Después de un tiempo, pude darme cuenta que el destino y el futuro que uno elije puede cambiarse.
A mi, no me tocaron varias opciones para elegir que iba a hacer. Digamos que no crecí en un lugar apacible en donde crecen la mayoría de los chicos, yo era de esa minoría que paso su infancia en los lugares más inseguros de Buenos Aires. Nací y me críe en una pequeña villa de emergencia.
Claro que eso no me impidió que sueñe con viajar a la parte más linda del mundo, o creer que en un futuro todo seria mejor para mi familia y para mí. Pero lamentablemente esos sueños se fueron desvaneciendo a medida que fui creciendo, a medida que el tiempo pasaba fui dándome cuenta que era una boca más en mi familia y que eso no era bueno, era un gasto, gasto en comida, en ropa, y cosas que un niño necesita.
Al existir estos gastos en mi casa, todo era escaso, era escaso el dinero, la comida, la ropa, no alcanzaba para todo, solo para un tercio de todo lo que necesitábamos.
Fue por eso que con solo trece años decidí ir a buscar empleo y así poder ayudar aportando algo de dinero, pero hiciera lo que hiciera, con la edad que tenía no lograría trabajar en ningún lado.
Sin empleo, volví al barrio. Fue en ese momento donde me encontré con un amigo mío de hace ya varios años, se podría decir que nacimos juntos, un compañero de toda la vida. Pero que va, solo me trajo problemas haberle echo caso.
Me pregunto si quería conseguir dinero, mi respuesta fue claramente un si. ¿De donde sacaríamos ese dinero? Robando.
Fue así como me agarraron en Avenida Corrientes dos policías, justo en el momento donde le arrebataba la cartera a una anciana mayor, también fue en ese momento cuando me di cuenta que a quien yo creía un compañero de toda la vida, me abandono sin dejar rastro alguno.
Volví a casa con mi madre, era obvio que cuando llegara me esperaba una gran tunda después de lo que había echo.
Pero no fue la primera y ultima vez que hacia algo así. Seguí robando una y otra vez, mintiéndole a mi vieja de que había conseguido por fin un trabajo donde no se fijaban si tenías el secundario completo o no.
Cinco años después cumpliría la mayoría de edad, mis entradas y salidas transitorias entre las diferentes comisarías de la zona, ya no seria lo mismo. Esta vez si cometía un error, podría quedar encerrado por un largo tiempo.
Lamentablemente ese error sucedió, y fue así como quede encerrado hasta la edad de veintitrés años. Me dejaron salir un año antes por la buena conducta que tenia en aquel lugar. Durante todos esos años de exilio, esos años de estar solo si nadie a mi lado, pude reflexionar, me di cuenta que era un ladrón, alguien que ni siquiera merecía vivir después de los actos que cometí.
Al salir, fui hasta mi barrio, a ver a mi familia nuevamente, pues, ellos no esperaban que saliera tan pronto. Hace bastante no los veía, de un día para el otro dejaron de visitarme sin más.
Al llegar donde estaba mi casa, vi que esta estaba en malas condiciones, la habían prendido fuego. Los vecinos que pudieron reconocerme, me dijeron que cuando caí preso, personas en busca de justicia por los crímenes que había cometido prendieron fuego todo y con un arma le quitaron la vida a cada integrante de mi familia.
Entre en mi casa echa pedazos, me arrodille y lloré. Invadido por una furia tremenda, ¿Esto era lo que un criminal debía pagar por sus crímenes? ¿La muerte de toda su familia?
En un viejo armario quemado, había una caja de hierro que el fuego no pudo quemar, en su interior, un buzo bastante grande, unos pantalones, varias armas y una simple nota.
“Sal de aquí y haz justicia por los vivos, por ti mismo, no por los muertos. Estamos bien.”
Era como una nota consuelo. Pero dentro de mi nada podía consolarme, había una ira gigantesca, ¿Habrían escrito esa nota por que sabían lo que venia? Todavía los extraño.
Me puse los pantalones, tome las armas y el buzo. Salí a la calle.
Dentro de mí estaba esa sensación que sentía cuando salía a robar, pero era distinto. Sentía que estaba cambiando mi destino, eso que creía imposible, por fin estaba pasando, solo queda saber que me depara mi futuro después de esto que elegí.
Esta vez me veía otra vez en Avenida Corrientes, otra vez una anciana, pero esta vez no era yo el que estaba robándole, esta vez, estaba defendiéndola, esta vez, yo no era el criminal…

viernes, 11 de enero de 2013

El reloj de plata. (II)

-Sigo sin entender que haces acá.
-Ya te dije, vine para arreglar tus errores.
-¿Mis errores?, ¿MIS ERRORES? Querrás decir los tuyos.
-No, acordate que somos los mismos, claro que yo soy del futuro…
-¿Del futuro? Dale, lo único que sabes decir es eso viejo, seguramente queres que caiga en tu juego para después estafarme. ¿Te pensas que  no conozco a gente como vos?, dale, andate.
-¿Seguís sin creerme? ¿Sabes algo? ¿Sabes como llegue acá?
-No, no me interesa, quiero que te vayas.
Abrí la puerta y justo cuando estaba por echarlo, me susurro al oído.
-Me trajo el reloj de plata.
-¿Qué? Sentate. El reloj de plata es una tonta historia infantil, aparte, solamente existió uno solo en el mundo y se rompió.
-No, vos sabes que no solo es una tonta historia, los restos del reloj se encontraron, pero jamás pudieron armarlo de nuevo.
-¡EXACTO! Por esa razón es imposible que vos vengas del futuro, ahora retirate.
-Realmente no vengo del futuro.
-Retirate.
-Vengo del pasado, pero también del futuro.
-Imposible.
-James Meeks, el viajero que escribió la historia sobre el reloj de plata, quedo atrapado en el tiempo, ¿Te acordas?, el tenia que esperar cincuenta años para volver a usar el reloj de plata, lamentablemente, murió.
-¿Y?
-Y ahí fue cuando yo encontré el reloj. La historia que escribió Meeks, no era más que un cuento para niños, pero yo sabia que el reloj existía y fue en aquella pequeña tienda que lo compré. Viaje al futuro y no fue agradable, volví al pasado, hace aproximadamente tres años para poder verte, ¿Ahora entendes?
-Claro, es razonable. Hace tres años atrás encontraron los restos del reloj de plata, pero nunca supieron repararlo. Pero…
-¿Te queda alguna duda?
-Sigue siendo imposible, ¡El reloj de plata no permite a los viajeros encontrarse con ellos mismos!, ¡Según Meeks los enviaría de nuevo hasta su tiempo actual!, Explícame eso maldito mentiroso…
-Lo que Meeks no sabía es que el reloj de plata al romperse, perdió su “Magia” por así decirlo y de esa manera puedo estar teniendo esta charla con vos.
-¿Y el?
-Ha, vamos, quedo atrapado en el tiempo, el no había nacido todavía, era imposible encontrarse con el mismo.
* * *
-¿Y entonces queres que te ayude a repara el reloj de plata?
-Si.
-Va a ser difícil, los restos están guardados en un departamento especial, para que nadie pueda tocarlo, debería tener un permiso especial y lamentablemente no lo tengo.
-Ha, vamos, tengo que poder arreglar el reloj para irme de acá y dejarte tranquilo con tus errores, eso es lo que hubiera querido Meeks.
-Voy a hacer lo posible, yo también quiero que te vayas, no quiero convertirme en vos.
-Jaja, eso lo veremos, solo el tiempo lo dirá...


lunes, 7 de enero de 2013

Esta historia recién empieza.

Muchas veces no puedo dormir, y al no poder dormir, me pongo a pensar, pienso bastantes cosas, diferentes cosas, pero al final termino centrándome en un solo tema y pienso solo en eso.
Anoche, me puse a pensar en una sola cosa, y fue en el momento donde volvimos a hablar nuevamente. ¿Te acordas? Después de que no quería dirigirte la palabra.
Tenia un nudo en la garganta, me hablaste y no sabia que decir, me quede callado como un tonto, las palabras no me salían. ¿Y en mi interior? En mi interior pasaban millones de cosas, no sabia que hacer, termine haciendo lo que sentí que era correcto.
Te toque el hombro para que me miraras, y con muy poquitas fuerzas lo único que salio de mi boca fue un “Te amo”, no pude decir “Si, te perdono” o “Estas perdonada”, lo único que dije fue “Te amo”.
Fue en ese momento, cuando me di cuenta lo que realmente sentía por vos, fue cuando me di cuenta que ya no eras como cualquier persona, fue cuando me di cuenta que me pasaban cosas con vos, cosas que con los demás no me pasaban. Fue entonces cuando me miraste y no hicimos más que besarnos.
No estaba seguro si el haberte perdonado estaba bien, pero si estaba seguro de algo, pase lo que pase, no quería perderte, no te quería lejos de mí.
Había pasado tiempo desde que no hablábamos, por diferentes idas y vueltas, y eso ya me daba miedo. ¿Pero sabes que me daba más miedo? El hecho de que no éramos nada, y al decir que no éramos nada, me refiero a nada serio, me daba más que miedo el perderte, el saber que no eras mía, pero ahí estaba, intentándolo una vez más, solo una vez más.
También me acuerdo de tus palabras: “Fue un error”, ¿Pero sabes una cosa? Nada es un error, si las cosas pasaron, fue por que así tenia que ser. No me catalogo como santo, claro que yo también cometí “Errores”.
Idas, vueltas, idas, vueltas, así fue todo el tiempo.
También tenia miedo a equivocarme, miedo a ser lastimado otra vez, estaba confundido, mi cabeza decía que no lo intente más que me olvide de todo, pero mi corazón decía que si lo haga, que intente nuevamente.
Pero como ya dije, ahí estaba, intentándolo nuevamente, con miedo, pero intentándolo de nuevo.
A lo largo de todo lo que nos conocimos, siempre alrededor nuestro había personas que tanto a vos, como a mi, nos lastimaban y así fue que nos lastimamos también los dos, llegando al punto de no hablarnos por meses.
¿Te puedo contar algo? En esos meses, te extrañé, y te extrañé mas de la cuenta, extrañaba nuestras charlas, extrañaba tus abrazos, tus miradas, tu sonrisa, extrañaba todo, y pese a que estaba con otra persona, nadie podía reemplazarte, nadie, siempre estabas en mi cabeza, fui un tonto al pensar que estando con otra persona iba a olvidarte.
Después de eso, volvimos a hablarnos, parecía que todo iba bien, que había vuelto a ser lo de antes, pero no fue así. Me lastimaste.
Lloré, me enoje, no quería hablarte, estaba decepcionado, no quería hacer nada, no quería hablar de nada con nadie, quería olvidarme de todo y nada más.
¿Sigo? Después de eso, buscaste la excusa perfecta para que volvamos a hablarnos, pero no tenía pensado hacerlo, no quería. ¿Cómo me sentí? Usado, como un juguete, como uno más.
¿Qué termine haciendo? Termine de todas formas hablándote, ya te lo dije, estaba confundido, pero al final hice lo que pensé que era correcto, nos besamos.
Fue como que un día para el otro todo se arreglo, otra vez, parecía que todo iba bien, pero en el fondo los dos sabíamos que era la última vez, que si no funcionaba ahora, no iba a funcionar más.
Aposté todo a vos, a que todo iba a salir bien, sabia que podías lastimarme una vez más, pero lo hice, confíe otra vez.
¿Seguimos?, ¿En serio querés saber como terminamos? Juntos.
Te conocí, me enamore, llore, me enoje, te cele, te abrace, te bese, te mire, te sonreí, me reí con vos, nos dejamos de hablar, volvimos a hablarnos, me enoje de nuevo, te cambie, me cambiaste, volvimos a hablarnos una vez más, nos besamos muchas veces más, nos pusimos de novios, te elegí a vos, ¿Algo más? Ha si, te ame, te amo y te voy amar hasta el cielo.
Sé que en cualquier momento se puede terminar y se que capaz no voy a tenerte por siempre a mi lado, por eso disfruto cada momento con vos, cada risa, cada mirada, cada abrazo, cada beso, disfruto todo de vos.
A pesar de las idas y vueltas, todo termino bien, ¿No?
Pero, ¿Sabes algo? Esta historia no termina acá, te puedo jurar que la verdadera historia recién empieza…

domingo, 6 de enero de 2013

Boxeandole a la vida.


-Uno, dos…
Caí, ni siquiera estoy entre las cuerdas, estoy en la lona.
-Tres, cuatro…
Lo perdí todo, en cuestión de segundos.
Jamás pensé en caer, jamás. Estaba invicto, pero todo lo que sube, lamentablemente, tiene que bajar.
Yo subí bastante alto, o debería decir mejor, la fama se subió a mi cabeza y de alguna manera no me dejo pensar en lo que hacia.
Los demás boxeadores tenían razón al decir que de todas las peleas, la pelea contra la vida seria la única en la que si importaría ganar, que las demás serian solo basura. Pues, aun que las demás fueran solo basuras, igual las gané.
¡Que tonto fui!, me confíe demasiado, pensaba que la pelea contra la vida seria como las demás, como todas las basuras que gané. Pero no es así, estuve equivocado, la vida golpea, y golpea mucho más fuerte que cualquier boxeador con el que haya peleado.
En un momento me creí invencible, o algo por el estilo, pero ¿De que servía ser invencible si al fin y al cabo la pelea mas importante de todas la perdería?
La fama, el dinero, el poder de estar primero en todos los podios se había apoderado de mí, el salir por la calle, dar fotos y autógrafos a la gente que me seguía, me hacia sentir mucho más importante, invencible.
Era aquel boxeador que estaba en la boca de todos, era aquel boxeador que se había echo desde abajo, pero que ahora estaba arriba, era conocido, era famoso.
Pero muy en el fondo era aquel boxeador que se había olvidado de sus principios, que estaba cegado, que se olvido de cómo y donde se crío.
Pero ya se los conté, la vida golpea y muy fuerte.
Con el tiempo, fui olvidándome también, que tenia una esposa y dos hermosos hijos. Me olvide que ellos lo eran todo, los cambie.
Los cambie por la fama y el dinero, pero el cambio no fue por siempre, no solo los cambie, sino que también los perdí.
Luego llego la perdida de un titán, de la figura más grande que existía para mí, la muerte de mi padre. Aquel hombre que me había enseñado lo hermoso que era el boxeo, que era mucho más hermoso tener el respeto de todos, que la fama y el dinero. Pero, ¿Saben que?, También lo cambie.
La vida me dio unos pocos golpes hasta ahora, y casi me deja knockout, me dejo entre las cuerdas, me hizo tambalear, me hizo tropezar, me hizo tocar la lona y hasta me lastimó.
-Cinco, seis…
No importa cuantas veces caiga, no importa cuantas veces me golpee, voy a levantarme y a pelear.
Voy a pelear cada round, como si fuese el ultimo, voy a hacer lo que mejor se hacer, lo que mi padre me enseño, boxear y sacarle el respeto a esta vida.
La vida me golpeo varias veces, los golpes, hicieron que vea todo lo que perdí, y todo lo que gane, y hoy, prefiero pelear por lo que perdí, antes de quedarme con lo que gane.
La fama no vale nada.
-Siete, och- ¡LA PELEA CONTINUA!