lunes, 7 de julio de 2014

Miedos.

Espero que la suerte este de mi lado a la hora de escribir esto, espero ya no asustarme. Esta todo oscuro, pero venga, siga leyendo y no suelte mi mano, voy a llevarlo a un lugar más oscuro aún y recuerde, pase lo que pase, no suelte mi mano, por que no habrá retorno una vez que comience con la lectura.
Eran las seis de la tarde, pero parecían las ocho, en invierno oscurecía bastante rápido. Estábamos volviendo desde el polideportivo hasta la estación de Calzada, nos íbamos para lo de Lucas, a su nueva casa, estaba por fin viviendo solo y teníamos que ir a pasar una noche entre amigos, nada más y nada menos. Todo estaba bastante bien, éramos mayores, trabajábamos y ganábamos un sueldo, no mucho pero no muy poco, por ende, las reuniones eran perfectas, desde que todos trabajamos, nunca nos faltaba plata para comprar lo que deseáramos, alcohol, comida, en fin, todas las cosas que nunca faltan cuando uno se reúne con los amigos. Venía el colectivo.
Nos subimos al 514 que va a Adrogue, pagamos el boleto con la SUBE y fuimos charlando con Rodrigo. Nos bajamos en la estación de Adrogue y caminamos hasta lo de Lucas.
Nos enseño la casa, por que varios no habían llegado todavía, muy pocos somos puntuales a la hora de juntarnos. Era una linda casa, pequeña, pero muy grande a la vez, ya saben, esa sensación de tener una casa para si solo es indescriptible. Lo único que diferenciaba la casa de Lucas de las nuestras, los pocos que vivimos solos, era que tenía un sótano debajo de ella, pequeño. Allí había un congelador, dejamos la bebida. Pero además de eso, en aquel sótano, se encontraba una especie de escotilla en el suelo, le preguntamos a Lucas que era, pero no sabía contestarnos, no hacia ni una semana de que se había mudado. Todo se apagó.
Se oyó un ruido y la luz volvió otra vez, esta vez la escotilla estaba abierta, nos miramos los tres y nos reímos, pero era una risa nerviosa. La cerramos y volvimos arriba. En mi cabeza no salía la idea de que esa cosa se había abierto, llegaron los chicos y fue cuestión de tiempo para que me olvidase de ese tonto pensamiento.
Las cervezas se habían terminado y ahora me tocaba a mí bajar a buscar más. Apenas bajé recordé lo que paso cuando llegamos, recordé la maldita idea que tuve, apenas bajé la escotilla estaba abierta, otra vez. Intente no mirar, pero la curiosidad me invadió, me acerqué y allí estaba, todo oscuro, parecía un pozo. Saqué mi celular y prendí el flash de la cámara para alumbrar, pero nada, oscuridad pura. Ignore todo eso y me volví hacia el congelador otra vez, pero en ese momento todo se volvió oscuro, el congelador desapareció y un gran payaso, una araña, un loco con una sierra me rodearon, eran gigantes. Era como si todas las cosas que me provocaban miedo se encontrasen allí, era el pozo.
Se acercaban y yo estando ya de rodillas me daba por vencido, estaba entregado al miedo, todas esas cosas no me dejaban en paz. Aquel pozo provoco todo eso, aquel pozo, pensé y me levanté decidido, sin miedo, miraba a todas esas cosas que me rodeaban, las miraba sin miedo, sin asustarme. Las miraba mientras se hacían más pequeñas y yo me hacia más grande, la escotilla se cerró y esa oscuridad totalmente negra desapareció. Me senté en un rincón y me largué a llorar, Lucas fue a buscarme y prometió no decir nada de que me encontró llorando. Les conté lo que pasó, pero nadie me creyó, pensaban que había tomado mucho, pero yo sabia que no era así.
Cuando volví a casa me puse a investigar, y logre encontrar algo, aquella escotilla, casi invisible, que pasa desapercibida por todos, era un pozo en donde vivía el miedo más grande de todos, se alimentaba de muchos más miedos, conocía cada miedo de cada persona y lo ponía enfrente de uno para que uno tema cada vez que esto pasaba. ¿No le tenes miedo a nada?, ¿Estas seguro? Eso pensaba yo, hasta el momento cuando aquella cosa se abrió.
No se vive con miedo, pero no se ocultan tampoco, ni pueden disimularse, en cualquier momento aquel pozo de los miedos va hacer darte cuenta, al menos por un momento, que las cosas que te dan miedo, aquellas pequeñas o grandes cosas, pueden ser más fuertes que vos si no te paras y los enfrentas de una vez por todas.