lunes, 20 de enero de 2014

Hantios.

Las luces de la casa se apagaron totalmente, alguien había corrompido en ella dejando a todas las habitaciones sin luz alguna. Caminé hasta el comedor para agarrar una linterna y así alumbrar los generadores de luz de la casa, seguramente allí estaba el problema.
Abrí la puerta trasera y camine hasta los generadores que se encontraban a tan solo un par de metros, estaban totalmente rotos, como si algo los hubiese rasgado y roto de un solo golpe. Fue entonces cuando alumbre hacia la puerta y pude ver que algo de un diminuto tamaño entraba en la casa, había caído en su trampa.
Cuando entre en la casa, iluminando el teléfono que esta en el lavadero, pude notar que hasta la línea del teléfono se encontraba rota. Me encontraba sin luz, sin comunicación alguna, sin nada, y con aquella o aquellas criaturas dando vuelta por los pasillos y los cuartos de la casa.
Tenia en claro que debía hacer, tendría que ir a esconderme en el sótano, hasta que aquella cosa se fuera de casa, hasta que se encendiera el mañana y saliera el sol, sin hacer el más mínimo ruido. La linterna tenia en su lomo un medidor de energía que mostraba cuanto de energía me quedaba para iluminar, recuerdo que fui a comprarla a la ciudad R.C-001, por si alguna vez pasaba esto de quedarme sin luz.
Si hay algo que no les gusta a estos bichos, es la luz. Por esa misma razón antes de atacar a sus victimas dejan la casa totalmente a oscuras.
No tendría un arma, ni nada por el estilo, pero al menos tenia una linterna, y se que con al menos ese pequeño destello de luz los mantendría al menos un rato alejados de mi.
Me quedaba menos de la mitad de la batería, había olvidado cargarla.
Los pasillos de la casa, que sin dudas hice que la construyeran gigantesca, sola para mi, se hacían interminables y la batería de la linterna se me acababa, en ese momento se me ocurría pensar que hubiera sido mejor haber construido una casa de menor tamaño, pero ya no había tiempo de arrepentirse y menos en una situación donde las bolas de pelos come sangre se encontraban dando vueltas en la casa.
Las bolas de pelo come sangre, más conocidas como Hantios, solían ser conocidas mucho antes de que la ciencia y la tecnología avanzaran, desde el año 2030 hasta hoy, como simples “Ovejas”.
Justo en el pasillo se me apago la luz, la batería estaba muerta. Mi respiración se agitaba cada vez más y la adrenalina invadía mi cuerpo. Me encontraba a tan solo pasos del sótano. Debía pasar por dos largos pasillos hasta aquella puerta que podía salvarme la vida.
Camine y las maderas de aquel piso hacían un rechinido cada tanto, que me delataban ante los Hantios y me ponían más nerviosa. Los pasillos se me hacían interminables.
Los Hantios suelen atacar con más frecuencia a aquellas personas que suelen vivir solas, o por alguno motivo se encuentran solas en casa. La tecnología avanzaba en el 2030 y los experimentos se realizaban en varios animales, pero los que se volvieron realmente hostiles fueron las “Ovejas” que existieron hasta el 2032 aproximadamente, luego se transformaron todas en Hantios, bestias inteligentes, y con hambre de sangre humana, nada más y nada menos.
Recordaba a las ovejas, tuve una experiencia con una de ellas en algún momento de mi vida, pero no muy buena. La cosa es que mi papá tenia cabañas en Entre Ríos, era una zona media campo, los vecinos de al lado tenían una nena que en aquel momento tendría cinco años, esa nena tenia una “Mascota”, una oveja que se llamaba “Bebe”, a todos les gustaba la oveja, Rodrigo, mi hermano, le daba de comer y todo, a mi mucho no me iban los animales y me daba igual, pero una tarde, no entendia que le paso a Bebe, que se me acerco, a mi me dio miedo y empecé a correr, pero ella me siguió y me dejo arrinconada contra la pared, fue entonces cuando aquella oveja me empezó a dar cabezazos en las rodillas y no paro hasta que Rodrigo le dio comida.
Desde ese entonces, nunca más quise ver a una oveja, pero luego de que se transformaran en Hantios, nunca me imagine que estarían invadiendo mi casa para devorarme. Quizá aquella oveja, quizás “Bebe” se estaba por convertir en una de esas bestias, quizás allá ido a buscarme a casa ahora que vivía sola.
Pero no había tiempo para recordar, ni para pensar que seria de Bebe ahora, solo tenia que llegar hasta la puerta del sótano.
Llegue y abrí la puerta, no podía creerlo, allí estaba, en el sótano, me había salvado por muy poco, pero al fin y al cabo, allí estaba.
A la mañana siguiente pude recién salir de aquel cuarto. Cuando lo hice la casa estaba revuelta, dada vuela por completo, era hora de mudarse nuevamente, era hora de irse nuevamente a la ciudad y olvidar la tonta idea de vivir en el campo apartada de tanta tecnología y tanto ruido. Prefería mil veces el ruido y las molestias de la ciudad a que entrasen nuevamente en mi casa aquellas cosas.
Pero sin embargo, logre entender que Bebe había estado allí y me estaba buscando, quizás aun me busque, pero no podrá en la iluminada ciudad.
En la pared con rasguidos se encontraba escrito: “Te olvidaste de Entre Rios?”