Lloré, pero de la bronca que tenia encima, ya no aguantaba
más estar ahí, corrí por toda la San Martín ,
como cuando corren los adolescentes por las noches para que no los roben. Hacia
mucho calor, era verano, la transpiración me mojaba la cara, como también lo
hacían mis lágrimas, las largas cuadras hacían que deje de correr, pero no lo
hice, no hasta llegar a 20 de Septiembre.
Algo tenía 20 de Septiembre que lograba calmarme y hacerme
olvidar de todos los problemas que me agobiaban, algo tenia esa calle. No sé
realmente que era, realmente no lo sé, quizás eran sus negocios, la gente que
caminaba por ella, una calle con tanta vida y más en verano, cuando las clases
ya no existen y el espíritu adolescente esta suelto por todos lados, buscando
un lugar para pasar el rato.
Me la podía pasar todo el día
caminando de un lado al otro y no aburrirme. Ese día al igual que la mayoría de
las veces, como al no estar en casa, seguramente me encontraría con los niños
del colegio, esos que siempre están molestándome y ni mamá, ni papá, hacen nada
al respecto, ni siquiera el colegio mismo me defiende, pero no importa. Sabía
que al doblar la esquina, iba a estar ese grupo de chicos, y no me equivoque.
Ahí estaban, intente cruzarme de
vereda, pero ya no se puede, estaba ahí y era yo esa persona a la que toman de
punto, y como la mayoría de mis días, una vez más había recibido una paliza.
La noche llegaba y cubría a la
hermosa Calzada, otro día de verano se iba terminando y debía despedirme de 20
de Septiembre, hasta el día siguiente.
Una vez más volvía a casa, una
vez más golpeado por mis compañeros y seguramente iba a tener que aguantarme
los maltratos de absolutamente toda mi familia hacia mi. Lloraba, pero nadie me
escuchaba, nadie escuchaba, por más fuerte que lo hiciera, parecía que mis
llantos eran una parte más del silencio que me rodea.
Vi como llevaban mi cuerpo
aquella noche en aquella ambulancia, pero todavía no lo entendía, había saltado
del edificio más alto de 20 de septiembre, pero mi cuerpo seguía allí, yo me
veía y caminaba, tranquilo caminaba por la calle, de un lado al otro, buscando
comida, carne era mi preferencia, y si era de jóvenes, mucho mejor.
Con el tiempo, se que los
habitantes de Rafael Calzada, me convirtieron en una leyenda urbana y que
varios han dejado de caminar por 20 de septiembre por las madrugadas, por miedo
a encontrarme.
Hasta yo me daría miedo, pero
quedense tranquilos que solo los veranos me atraen a Calzada, el resto del año,
duermo una siesta eterna, para tener fuerzas.
Me convertí en un monstruo que
vaga por las calles en las noches de verano, me convertí en “Tenues” o por lo
menos así es como me llaman, pero no fue por que quise, fue por que nadie
escucho mis llantos, fue por que grite fuerte y nadie quiso escuchar, fue por
los maltratos, fue por todo lo que llego a cansarme en la vida, que hoy estoy
caminando detrás de ti para asesinarte y dejarte sin vida.
Escucharte gritar, escucharte
llorar y no dejarte, solo asesinarte, como fue que me asesinaron, como fue que
me llevaron al suicidio, como nunca a mi me escucharon, eso es ahora lo que
hago, eso es ahora lo que soy.